Tenemos que comenzar a hacernos esta pregunta y, dependiendo de la respuesta, actuar en consecuencia. A pesar del tiempo y de tantos gobiernos, todavía no hemos resuelto el problema de la energía eléctrica; por el contrario, cada día el servicio sigue siendo más ineficiente y caro. Y sólo resolviendo el problema individualmente, o sea, invirtiendo en un inversor o en una planta generadora, se puede disfrutar de ese bien.
La seguridad física del ciudadano común está cada día más vulnerable; la falta de oportunidades que sufre nuestra juventud facilita la delincuencia y, mientras tanto, las autoridades se esmeran en hacer creer lo contrario a través de discursos y propaganda en los medios.
Los organismos internacionales señalan que en Educación hemos retrocedido en relación con períodos anteriores: ni siquiera se ha podido dotar a los estudiantes de un desayuno escolar libre de problemas y controversias.
El propio Estado dice que únicamente el 39% de los dominicanos tiene cobertura de salud, pero técnicos calificados aseguran que sólo se trata de un 20%. Y todo esto a pesar de que la Ley de Seguridad Social fue creada hace casi 10 años.
El vacío de institucionalidad sigue adelante: no hay tal separación de poderes, pues el Ejecutivo lo domina todo incluyendo la Justicia; el gobierno no hace caso de lo que ordenó la Junta Central Electoral acerca de parar el uso de los recursos del Estado para campaña política, y tampoco hace caso de los organismos internacionales como por ejemplo la OEA; se utiliza el presupuesto de forma antojadiza ; las leyes no se cumplen, a menos que esas mismas autoridades tengan algún interés especial en hacerlas cumplir.
De acuerdo con los informes del Foro Económico Mundial y de Transparencia Internacional, la corrupción oficial sigue galopando sin control y sin que las autoridades den muestras de que les interese combatirla, no obstante las diversas oficinas que periódicamente se han creado o se han renombrado para esos fines.
La lucha contra la pobreza se limita a la repartición de una cacareada tarjeta solidaria, que es más clientelista que efectiva, y frente al narcotráfico estamos perdiendo: el pus sigue saliendo y salpicando a intocables.
El déficit fiscal sigue siendo una pesada carga. Pero mientras los países desarrollados se ajustan el cinturón las autoridades de aquí amagan con subir los impuestos, que sólo servirán para poder continuar subsidiando nominillas, para nombrar a muchos en nuestras embajadas y para ejecutar construcciones públicas no prioritarias de las cuales, tal como lo señala el informe de Participación Ciudadana, el 90% se otorga con el sistema grado a grado.