Los gansos son animales territoriales que defienden su espacio cuando se sienten amenazados, perdidos y derrotados.
Suelen ser peligrosos depredadores y agresivos en su hábitat natural.
El trompeteo y sus vociferaciones los usan también para alertar y defender a su benefactor.
Son muy obedientes al llamado de su amo.
Estos gansos políticos actúan como bocinas ruidosas cuando intentan desafiar e intimidar a sus adversarios.
Los gansos del Capitolio dominicano ya se adelantan a expresar su miedo y afán de justificar sus pasos por la administración pública.
Gansos de " conducta intachable" de " inmaculada rectitud".
¿Quiénes no los conocerán?
Una anécdota para recordar:
El emperador romano Tiberio César Augusto, (año 14 al 37 d. C. ), durante su reinado nombró a Fósforo Lucio en diferentes e importantes cargos de la administración romana.
Tiberio conoció a Lucio en la vía sacra, calle principal que iba desde la colina del Capitolio hasta el Coliseo y terminaba en el Foro Romano.
Fósforo Lucio era un mediano comerciante de pescados y mariscos que cubría la ruta desde Roma hasta la Isla de Capri.
Lucio nunca fue candidato a cargos electivos. Sin embargo, acumuló una importante fortuna gracias a los cargos públicos que desempeñó y no a su antiguo negocio de pescados y mariscos, desde Roma hasta la Isla de Capri.
Un día, sin nadie pedírselo, Fósforo Lucio se presentó a la Asamblea Popular romana a dar explicaciones de su cuestionada fortuna.
Comenzó leyendo un panfleto que escribió adulando al emperador Tiberio. Tiberio César, allí presente lo frenó con ímpetu y le dijo: Parad, Parad tus bajas adulaciones.
El emperador dio orden que lo dejaran hablar… Viendo Tiberio, los Patricios y Plebeyos que la precipitada rendición de cuentas de Fósforo Lucio estaba falseada, viciada, manipulada con verdades maquilladas, lo hizo mandar a callar.
Por mentir y enriquecer ilícitamente y pretender insultar la inteligencia de la Asamblea, Tiberio envió a Fósforo Lucio a prisión y años más tarde, fue desterrado de Roma, sin patrimonio.
Resulta, que el patrimonio de Fósforo Lucio en Roma no resistió un análisis riguroso, como tampoco lo pueden resistir los gansos del Capitolio dominicano y sus máximos representantes de la charlatanería política.