Para los griegos la fortuna, como la musa, era una dama caprichosa. Por eso la representaban sosteniendo una rueda que estaba constantemente en movimiento y en la que alguien podía estar arriba, pero también, por la voluntad antojadiza de la diosa, venir estrepitosamente hacia abajo. Jean Alain Rodríguez ha de estar pensando esto, me imagino, después de haberse enterado del nombramiento de Miriam Germán Brito como la nueva procuradora general de la república.
Fue esa mujer, convertida hoy en la abogada que representará al estado, a quien él, siguiendo los dictados de su jefe Danilo Medina, intentó manchar mientras era interrogada por Jean Alain durante el concurso organizado por el Consejo Nacional de la Magistratura que elegiría a los jueces de las distintas cortes del país.
Ese interrogatorio en el que Jean Alain lanzó sobre la prestigiosa jurista acusaciones que luego resultaron mentiras fabricadas, pasará a la historia de este país como uno de los actos más canallescos a que pueda prestarse un procurador que, como Jean Alain, en ese momento infame, se comportó más como un agente de la Gestapo alemana y no como un jurista apegado a la ley.
Pero hoy tanto él como su exjefe han terminado desprestigiados por sus iniquidades: Jean Alain como lo que siempre fue: un mero peón que ejecutaba las órdenes de su amo y señor; y Danilo Medina como un hombre abucheado en su propio barrio a puros cacerolazos.
El nuevo presidente Luis Abinader parece haber sentido la canallada de la que fue víctima Miriam Germán. Por eso al nombrarla la reivindica y mientras Jean Alain y Danilo Medina pasarán a ocupar su merecido lugar en el panteón de la infamia, Mirian Germán, si tomamos como referencia su trayectoria, solidificará aún más su prestigio como jurista de alta reciedumbre moral cuyo trabajo en la Procuraduría tendrá como guía su apego irrestricto a la ética y a la Constitución de la República. Se recordará, por el contrario, que el trabajo de su predecesor estuvo guiado por la politiquería barata y la vendetta personal de la más baja ralea. Miriam Germán se engrandecerá; Jean Alain se empequeñecerá.
Joseph Goebels dedicó su mediocre existencia a seguir los dictados malévolos de Hitler; Balaguer, a vivir bajo la sombra de Trujillo, de quien aprendió el estilo despótico de gobernar. De igual manera, Jean Alain Rodríguez pertenece a la estirpe infame de esos hombres, carentes de independencia de pensamiento, que tienen que vivir bajo los dictados de otros. En su paso por la Procuraduría no siguió el llamado de su conciencia, ni persiguió tesoneramente a los corruptos que crecieron como la yerba mala en el gobierno del que fue parte, sino a seguir, de manera pusilánime las órdenes de su comandante en jefe.
No es necesario que Miriam Germán se vengue de Jean Alain. Este pueblo le ha dado a Danilo Medina y a Jean Alain, como su vasallo, amplias muestras de cómo los recordará a ambos: a Danilo como un autócrata y a Jean Alain como su lacayo.