Con la bendición de Elupina Cordero, Santa de la región Este y la mirada discreta de Tatica, la de Higüey, asustado abre los ojos por vez primera Roberto Duvergé Mejía en una noche fría de diciembre del 1928, durante un festival de cohetes chinos, velas romanas y “patas de gallina”, en Santa Lucía, el Seibo, la tierra de Bolívar Troncoso Sánchez.
Buscando nuevos horizontes llegó a la ciudad de Santo Domingo en la década de los 40, concluyendo su educación secundaria en la Escuela Normal, centro de jóvenes rebeldes, antitrujillista, donde se distinguió como repartidor de panfletos en contra del régimen, siendo su tía Lucinda, donde vivía, cómplice de estas hazañas juveniles.
Mientras enseñaba historia en la Escuela de Artes y Oficios, después del bachillerato, optó por la carrera de derecho en la Universidad autónoma de Santo Domingo donde se graduó con honores y terminó como docente, el cual se sentía orgullo de impartir clases en esta universidad por ser la universidad del pueblo y ser conciencia de la nación. Además, para él era un espacio ideal para las actividades políticas, donde ejercía su verdadera pasión con la tentación permanente de la revolución por la cual deliraba y por la cual se entregó en alma entera. Roberto era un verdadero revolucionario, con don de mando, autoridad de jefe y un profundo carisma de líder.
Estaba integrado al movimiento revolucionario del 14 de junio cumpliendo responsabilidades. Durante la guerrilla del 63, no subió a las lomas, porque era miembro de la Dirección Nacional del Frente Urbano, cuyos objetivos fundamentales eran la del apoyo a los frentes revolucionarios guerrilleros, la organización y realización de actividades que fueran necesarias en las ciudades.
Fiel a sus principios y en consecuencia con su militancia política, en calidad de comandante tomó las armas durante la revolución de abril del 65 en defensa de la dignidad y la soberanía nacional, como dirigente del 14 de junio, destacándose en la resistencia del pueblo al producirse la impúdica e impune “Operación Limpieza” por parte de los militares trogloditas del CEFA en la Zona Norte de la ciudad de Santo Domingo.
Después de la revolución de abril del 65, es designado miembro de una comisión que discutiría el papel y la responsabilidad del 14 de junio en la venida y realización de la guerrilla de Caamaño al país desde Cuba. Los acuerdos fueron difíciles, había fuertes desavenencia en las discusiones y Roberto, con un grupo de compañeros optó por retirarse de la dirección del movimiento revolucionarios del 14 de junio. Fue un paso muy difícil, pero pudieron más las diferencias. Aun así, Roberto que creía en la guerrilla y que simpatizaba con Caamaño, realize actividades de apoyo durante el desembarco guerrillero.
Para Roberto el fracaso militar de la guerrilla y el asesinato de Caamaño y sus compañeros guerrilleros fue realmente un impacto profundo de dolor y de impotencia, el cual, en vez de acobardarlo, le dio más fuerza para seguir adelante en la lucha política revolucionaria en contra de la dictadura ilustrada Balaguerista.
Como profesor universitario y devorador de libros, con la experiencia de una militancia permanente, adquirió una alta cultura política y paso en su quehacer revolucionario a la enseñanza y la discusión teórica, siendo fundador y director de la revista “Posición” y de las Ediciones M-L, como una contribución a la formación revolucionaria de la izquierda dominicana.
Inquieto, rebelde, crítico, buscando siempre la verdad y donde contribuiría más a la revolución, Roberto se unió con un grupo de militantes de diversas tendencias y formó el Movimiento por el Socialismo (MPS). Por sus añoranzas y militancia durante años en momento revolucionario del 14 de junio, en admiración permanente por su comandante Manolo Tavarez Justo, se integró a la Fundación en honor de este líder político, al tiempo que renunciaba del Movimiento Popular Socialista y con un grupo de militantes funda la Fuerza de Liberación Popular (FLP). Inquieto, con una visión crítica, después de números discusiones se fusiona con la organización de Resistencia del Pueblo y ahora las siglas de la nueva estructura son FRPLP (Fuerza de Resistencia para la Liberación Nacional).
Como el Che, Roberto creía que podian ser buenos aliados los cristianos comprometidos con el pueblo en el proceso revolucionario, por eso se acercó a los mismos en las comunidades eclesiásticas de base, coordinando actividades en beneficio del pueblo. Para llegar a ese nivel de comprensión había que eliminar muchos prejuicios, ya que los lideres de izquierda tradiciones, dogmatizados, colonizados ideológicamente, seguían creyendo que “la religión era el opio del pueblo”, cosa que ha desmentido la teología de la liberación, bastando el ejemplo del sacerdote Camilo Torres que murió, armas en mano, en las guerrillas colombianas.
Roberto Duvergé, maestro de por vida, docente revolucionario, vive en la UASD, en las dimensiones de la historia, en la patria agradecida y en el corazón de un pueblo que no lo olvida. Después de 35 años de su partida, se oyó una voz que dijo: ¡Roberto Duvergé, presente!
Y así es, yo espero que en la galaxia donde esté Roberto no tenga que hacer política todos los días, para que pueda descansar y tomar vacaciones, pero como roca izquierda que fue toda la vida, estará presente en todos los movimientos revolucionarios de esta tierra, en contra de la injusticia, junto a Manolo, Caamaño, Amaury, Fidel, el Moreno y el Che.