Siempre que me preguntan que de dónde vengo, contesto entusiasmada con otra pregunta: ¿conoces la laguna Gri Grí? ¡Pues de ahí soy yo! Sí, el mayor de los orgullos naturales que posee un pequeño municipio en la costa verde, Río San Juan en María Trinidad Sánchez. Bordeada del vistoso verde del árbol Gri Grí que visto desde el cielo le hace majestuosa.
La laguna Gri Grí posee los manglares más hermosos que hay, los que sirven de hábitat para una variada colonia de aves. Dibujan un hermoso paisaje a lo largo del recorrido que conduce a la desembocadura. Decenas de especies marinas se alimentan de sus raíces y a la vez les sirven de hogar. El mangle rojo y el mangle blanco, (Laguncularia recemosa y Rhizhophora mangle) dos de las especies de mangles más conocidas en todo el mundo.
Pero desde hace décadas la laguna y sus mangles corre un gran peligro fruto del desconocimiento de la importancia de mantenerlos a salvo y el cómo. ¡Se nos mueren ante nuestros ojos! ¡Se secan por dentro! ante la mirada indiferente de quienes han tenido mil y una oportunidad de salvarles. Nadie ha hecho lo suficiente, todo ha quedado en palabrerías, promesas, titulares, intenciones y finalmente en decepción.
Ya no se trata de un tema turístico, patrimonial o sentimental. Lo que las actuales autoridades y residentes debemos tener presente es la gran importancia y los beneficios que al ecosistema aportan los manglares y nuestra laguna, uno de los más bellos humedales que hay en Quisqueya. Y cuando por fin hayamos aprendido de manera científica lo conveniente que es la adecuada preservación de este ecosistema, ojalá no muy tarde, entonces volveremos a tener una laguna Gri Grí naturalmente resplandeciente. Cuando nos eduquemos.