Todo tiene su final, cita una de las mejores canciones que interpretó el boricua Héctor Lovoe, frase que se ajusta a todo gran momento, especialmente cuando se retira una figura deportiva como Derek Jeter, quien desde 1995, cuando dio sus primero pasos en el mejor béisbol del mundo, se sabía que nacía una estrella. Ese año sólo se tomó una tacita de café con los Yankees de Nueva York, el equipo de toda su vida. Se desempeñó en el campocorto, agotó 48 turnos, ligó 12 hits (4-dobles, 1-triple) y terminó con promedio al bate de .250. Al año siguiente vino para quedarse. Desde 1996, el joven nativo de Pequannock, New Jersey, criado en Kalamazoo, Michigan, de padres mixtos, comenzó la campaña repartiendo leña y desplazándose muy bien en el campocorto. Al concluir ese año, el novato terminó con promedio de .314, producto de 183 hits en 582 turnos; 25 dobles, 6 triples, 10 jonrones,
104 anotas y 78 impulsadas. Sus números fueron el factor importante para que los Yankees conquistaran la Serie Mundial, derrotando a los favoritos Bravos de Atlanta en seis juegos, algo que no habían logrado desde 1978. O sea, una sequía de 17 años.
Precisamente, esa actuación en la postemporada fue lo que le valió conquistar al mundo beisbolístico, especialmente el neoyorquino, el más sapiente de este gran deporte.
¡Un angelito del cielo!
Todo comienza inocentemente. En el primer juego de la Serie de Campeonato ante los Orioles de Baltimore, Yankees perdían en casa 4-3, cuando en la baja del octavo inning Jeter conecta elevado profundo al jardín derecho ante el dominicano Armando Benítez. El jardinero Tony Tarrasco la tenía controlada la esférica y la esperaba pegado contra la pared, cuando de momento aparece la mano Dios o el diablo (depende de donde lo vea), de un joven de 12 años de nombre Jeffrey Maier. Este malvado/angelical desvió la bola hacia atrás, y de momento se ve al umpire Rich García mover sus manos decretando el jonrón. Yo emocionado lo narré: “¡Y la bola va atrás, se va se va se vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, y se fue de cuadrangular. Jonrón de Derek Jeter…!” ¡Increíble! Juego empatado a 4. Hubo enérgica protesta, pero no prosperó. Suerte, no había repeticiones para ese entonces. Jeter se convierte de la noche a la mañana en el gran héroe de la Gran Manzana. No obstante, no olvidemos que al irse el juega a extra innings, el verdadero héroe fue Bernie Williams, al sonar jonrón genuino walkoff y darle la victoria a los Yankees 5-4 en 11 entradas. Pero, como suele ocurrir, el boricua fue ignorando, de seguro nadie se acuerda, ya que los medios sólo hablaron de Jeter y Maier. Es más, el alcalde Rudolph Giuliani lo invito al City Hall.
Ese inicio triunfal del jovencito que representaba a la nueva generación del americano mixto, la unión de dos razas, blanco/negro, fue lo que necesitaban los Yankees. La venida de Jeter solidificó el núcleo que llevaría al equipo más afamado del béisbol ganar cinco Series Mundiales. Una dinastía en la cual militaban, entre tantos, figuras como Bernie Williams, Paul O’Neil, Dave Cone, Tino Martínez, Scott Brosius, Jorge Posada, Andy Pettitte, Dave Wells y el incomparable Mariano Rivera, el mejor relevista que ha producido el béisbol.
Así como tuvo un comienzo triunfal, Jeter supo retirarse a tiempo. Lo dijo al comienzo de la temporada y, a pesar de las distracciones que ésta conllevó, manejó todo momento con gallardía y caballerosidad, algo que siempre lo ha caracterizado. Jamás en su carrera fue expulsado, ni tuvo discusiones airadas con nadie. Por eso se ganó el respeto y admiración de todos, porque supo comportarse dignamente en las buenas y en las malas. Su vida siempre ha sido un gran ejemplo dentro y fuera del terreno para esta juventud moderna. Un modelo a seguir.
¡Su juego de retiro en New York!
En su último juego en Yankee Stadium, los Yankees perdía 2-0, cuando iban a batear por primera vez en la noche. En su primer turno consiguió a Brett Gardner en primer vía sencillo. En conteo de 3-2, Jeter conectó doble contra la pared del leftfield para impulsar la primera de Nueva York, y seguidamente se corre a tercera base por un wild pitch y anota la del empate tras un roletazo al cuadro. El juego continúa, los Yankees se van adelante 5-2. Llegó la alta de la novena entrada, viene David Robertson a cerrar el juego a la Mariano Rivera, palabras mayores, ya que le anotan tres carreras. Fracasa, juego empatado a 5. ¡Qué barbaridad! Pero alguien está por encima de todo esto: Dios, el todo poderoso. La parte baja del noveno lo abre el venezolano José Pirela con hit, Gardner se sacrifica y mueve al corredor a segunda. El Capitán viene a batear. ¡Momento de expectación suprema! Que hace, da el hit de oro, el “walkoff” para darle dramáticamente la victoria a los Yankees y así concluir Jeter un juego memorable. Ni Hollywood pudo haber escrito mejor libreto.
Su último adiós quedó plasmado en la mirada del neoyorquino y todo aquel que vio el juego por la Tv o lo escuchó. Así como supo debutar en MLB, supo retirarse con todos los honores; la ovación fue estruendosa, el despido extraordinario. El gran ídolo mundial se retiraba con un sonoro batazo para darle una victoria más al equipo de su vida, los New York Yankees.
"Me siento muy feliz por haber logrado mi sueño, jugar con el equipo de mi vida y haber cumplido ante una fanaticada tan maravillosa como todos ustedes. Los quiero mucho y siempre los recordare”, dijo un emocionado Jeter en esa oportunidad en el terreno de juego, agradeciendo al soberano. Fue una noche de triunfal, una de sus tantas noches de éxito; esta “memorable”, dejando un sabor dulcísimo.
Al final, terminó su carrera en el Fenway Park, donde los Bombarderos jugaron los tres últimos juegos de la campaña. Y una vez más, el Capitán en su último juego conecta hit y remolca carrera, y con la misma se retira recibiendo una ovación ensordecedora del fanático archirrival, en reconocimiento al mejor campocorto que ha producido el béisbol desde la integración racial. En 1947 comienza, cuando Jackie Robinson rompió la barrera racial. Desde ese momento hemos visto a grandes shorts. El venezolano Luis Aparicio, Ozzie Smith, Cal Ripken Jr., y otros. De hecho, sus números hablan por sí solos. Jeter terminó con 3.465 hits (6to mejor), 544 dobles, 66 triples, 260 jonrones, 1.923 anotadas (10mo mejor), 1.311 impulsadas, 358 estafadas.
Jugó 2.674 juegos de los cuales 2.660 fue como campocorto, más que ningún otro en toda la historia de las Grandes Ligas. Precisamente, el campocorto fue su única posición. Los otros 73 juegos fueron como designado.
¡Felicitaciones Capitán, y gracias por todos esos grandes momento. Nueva York siente en alma tu partida. Yo en lo personal digo con orgullo, narré al jugador más caballeroso que ha existido en el mejor béisbol del mundo. Lo digo con emoción, sinceridad y entusiasmo. No sólo eso, Jeter fue una estrella en todos los renglones. Siempre dijo: “No me importan los números, me importa es el triunfo de mi equipo. Mis mejores años fueron: 1996, 1998, 1999, 2000 y 2009”… Evidentemente, eso lo dice todo, fueron los años que los Yankees ganaron las Series Mundiales durante sus 19 temporadas de carrera. ¡Jeter fue un ganador!