Por fin el caimán mostró algo más que sus ojos lagrimosos. Su habitual pose de lamento desapareció y de pronto nos revela su intención de atacar con todas las fuerzas de sus fauces a cualquier presa que se acerque a lo que él considera como su territorio. Está convencido de que es el “dueño absoluto del pantano” y que nadie más puede “pastar en sus aguas”, así sea una simple avecilla que no representa peligro alguno para su vida de depredador.
Adriano Espaillat, por desgracia de la vida nuestro representante en Washington, acaba de mostrar su verdadero carácter de anti dominicano. Y qué bueno que lo hiciera ahora cuando todavía los votantes del Distrito 31 están en capacidad de revertir el daño que pretende infligir a la popular candidatura de Marisol Alcántara.
Durante un buen tiempo, la “mente maestra” de todos los escándalos que ha registrado el “liderazgo” dominicano local, pudo encubrirse en los poros que el ejercicio de la política venal provee. Durante más de treinta años, ha echado a uno y otro “novato” al pozo de los leones y todos han sucumbido a sus maquinaciones; unos por torpezas y otros por indelicadezas.
Hasta que llegó al ruedo Marisol Alcántara y puso los compromisos de las promesas de campaña por encima de los intereses personales. Privilegió el acuerdo hecho a sus constituyentes de hacer llegar hasta su distrito el siempre inaccesible presupuesto estatal. Y Washington Heights recibió por primera vez en décadas millones de dólares para solventar necesidades colectivas propias de la comunidad dominicana.
Y ese es el “gran crimen” por el que el “godfather” criollo la quiere inmolar y en su lugar colocar al afroamericano Robert Jackson en el Senado del estado de Nueva York.
Claro, esa mezquina maniobra de vender a una compatriota para asegurar su permanencia en el puesto de Washington ya todo el mundo la conoce y la censura. Unos con timidez y otros con indignación, pero todos con la seguridad que se desprende de los hechos confirmados y que ya no pueden ser ocultados por más tiempo.
Los pronunciamientos últimos del Representante de marras disiparon toda duda sobre su oposición a Marisol Alcántara. Su odio contra la senadora es visceral y quiera Dios que ante su inminente triunfo el próximo jueves 13, no desate los demonios que siempre le han servido desde su particular averno.
Por suerte, personalidades como el reverendo Rubén Díaz, un amigo de los dominicanos, le ha advertido del riesgo que se corre cuando se juega a la política por intereses inmediatistas, no sostenibles en el tiempo. Fue muy preciso el viejo y sabio concejal boricua, cuando declaró: “a Adriano lo que más le conviene es apoyar a Marisol, porque si Robert Jackson gana, en el 2020, los afroamericanos vendrán por su puesto en Washington”
Otros ciudadanos de prestancia en el seno de la comunidad dominicana han preferido guardar silencio y desentenderse del gran yerro que comete Adriano contra Marisol. No quiero presuponer ni tratar de adivinar las razones que pudieran tener para su inexplicable mutis, pero estoy seguro que habrán de arrepentirse, cuando los hechos le den la razón al experto reverendo.
Personalmente, yo no creo, ni espero que Espaillat tratará de corregir su entuerto antes del 13 de septiembre, porque está demostrado que la soberbia ha sido y es el rasgo principal de su personalidad. El insistirá hasta el final en derrotar a Marisol y sustituirla por su pupilo Jackson, aunque le cueste el puesto y su futuro político.
Ya para terminar, solo quiero advertir a Marisol y su equipo de campaña sobre lo que habrá de ser el escenario de estos últimos días previos al jueves 13. Deben seguir tocando puertas, hablando con los votantes y preparándose para el día “D”, ese día es que se gana o se pierde. Ese día hay que llevar la gente a las urnas
El “padrino criollo”, volverá a hacerse la víctima, su pose más antigua. Tal y como hace el depredador cocodrilo, pondrá su mejor cara de tristeza; sus lágrimas se harán visibles, para confundir al incauto que ose entrar en su pantano. Pero debajo del agua, afianza sus garras para conseguir un buen brinco y engullir a su presa.
Este es el comportamiento habitual de todo depredador. Lo sabe Lizardo, Miguel Martínez, Moisés y una legión mayor de combatientes, caídos en su intento de abrirse un espacio para reclamar su parte del pastel. Pero también lo sabe Marisol y lo más probable es que al verse perdido saldrá del pantano, y ya en tierra firme, no tendrá esas ventajas acostumbradas y mordisqueando aquí, allá y acullá; terminará mordiéndose la cola otra vez.
¡Vivimos, seguiremos disparando!