Tal vez como muchos, conocimos el verdadero nombre de Centenario el día de su muerte. Sí, su verdadero nombre era Alejandro de la Cruz. Su madre se llamaba Dolores de la Cruz.
Nació y se crió en el área de la Gallera Vieja. En ese sector había un bar que llamaban “El Trocadero”, que estaba anexo a la gallera vieja; era un lugar de diversión, creo era propiedad de Ramón Polanco. La gente en vez de llamarlo “El Trocadero”, le decía “ El Atronca Perro”. Por las inmediaciones de este negocio nació Centenario.

Me contó que el nombre de Centenario se lo puso su madre porque en el año 1944, año del centenario de la independencia dominicana, hubo mucha escasez y hambruna, y la gente guardaba en su mente ese evento con muy malos recuerdos. Su madre, al ver este niño tan inquieto, nacido en 1945, comenzó a llamarlo “Centenario”.
Desde niño siempre se distinguió porque no barajaba pleito, era problemático en ese sentido. Y creo que no queda un contemporáneo de nosotros que no se “fajara” con Centenario, porque con ese había que pelear aunque uno no tuviera ese espíritu.
Pero después que se hizo de la vida adulta, se fue poniendo más conservador; se metió a político y se convirtió en un hombre muy diferente a lo que fue en la niñez.
Tuvo una característica, y era que donde menos paraba era en su barrio de la Gallera Vieja. Lo encontrábamos en las inmediaciones de mi casa, en la calle Mella con 27 de Febrero; donde estaba el play, ahora la cancha municipal; o en la playa abajo.
Siempre le gustó jugar bola, y donde quiera que había un juego de bola ahí estaba Centenario. Y cuando estaba perdiendo a veces hacía “coca”, es decir, hacer rebú, para quedarse con lo que estaba dentro del círculo de la bola. Esto era motivo para que siempre se armara un pleito cuando Centenario estaba presente.
De esa época fuimos contemporáneo con Centenario, Antonio el de Olesia, que vivía cerca de la Gallera Vieja; Moisés Heredia, César García, hijo de Juliana; Sotero, hijo de Mula, y yo. Fuimos el grupo que siempre jugábamos bola.
También fueron contemporáneo, Fausto Checo, Ismael Alonzo Acosta (el de Checo), Cuquito Alonzo, Luis Fernández (el de Millo), Antonio Martínez –Toñesito- el hijo Rafael Martínez.
A Centenario lo recordamos en nuestra niñez y después lo tratamos en la vida adulta. Me saludaba con mucho afecto, siempre lo distinguí y lo ayudé siempre que me necesitó, sobre todo en asuntos médicos.
Descansa en paz, viejo amigo.