La emblemática cadena noticiosa del Reino Unido, conocida mundialmente como la BBC de Londres, está envuelta en un resonante escándalo luego de ser pillada en una manipulación vulgar que envuelve al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
El hecho salió a relucir luego que el presidente Trump amenazara con demandar la cadena por la nada despreciable suma de mil millones de dólares—todo lo del mandatario estadounidense es extravagante—en caso de que el medio no se retractara y pidiera disculpas públicas por el incidente.
Todo empezó después que la cadena emitiera un documental relacionado con los acontecimientos del 6 de enero de 2021 en el Capitolio en Washington, desencadenados tras la derrota en las elecciones de noviembre previo, la que el republicano se negaba a reconocer, alegando irregularidades.
La manipulación consistió en poner a Trump en la posición de incendiario que arengaba a sus seguidores para que marcharan al Congreso donde estaba prevista la sesión de proclamación de Joe Biden como ganador de esos comicios.
Mediante el cotejo de lo dicho por Trump aquella aciaga mañana y lo que emitió la BBC, se pone de manifiesto la existencia de una manipulación atroz, admitida por la cadena con renuncias de ejecutivos incluidas.
Ahora bien, lo que nos llama la atención es la celeridad conque los ejecutivos de BBC admiten la adulteración de hechos; y lo hacen, evidentemente, porque se trata del presidente de los Estados Unidos.
Sin embargo, cuando el medio londinense y otras cadenas internacionales—en especial de los propios Estados Unidos—manipulan informaciones, hechos y situaciones vinculadas con líderes de países del sur o de “menor categoría”, estos medios ni se molestan por dar una disculpa frente a los reclamos de los afectados.
Es más, suelen apandillarse para hacer la vida imposible a estos dirigentes, creándoles narrativas que posicionan la mentira inicial y las potencian a niveles que sus incautos espectadores terminan aceptando como verdaderas.
Mediante sus operadores, estas cadenas internacionales suelen lapidar a estos dirigentes, sobre todo a los ubicados en el espectro político progresista, generalmente recurriendo a la posverdad mediante la siembra de matrices de opinión mendaces.
La amenaza de Trump habría caído en el más absoluto desprecio de haber sido uno de estos líderes que carecen del poder y el temperamento del jefe de la Casa Blanca.




