En la encrucijada entre el pasado y el presente, se vislumbra una preocupante realidad: la falta de empatía ente los jóvenes contemporáneos.
Tiempo atrás, la solidaridad se manifestaba en gestos cotidianos, como visitar a los enfermos del pueblo o brindar apoyo emocional a quienes atravesaban momentos difíciles. Sin embargo, en la actualidad, esta conexión emocional parece haberse desvanecido, dejando a muchos jóvenes inmersos en una burbuja de indiferencia.
En nuestra experiencia, aprendimos desde joven la importancia de estar presente en la vida de los demás. La visita a los enfermos no solo representaba un acto de compasión, sino también una oportunidad para compartir aliento y ofrecer ayuda práctica cuando era posible. Lamentablemente, observamos que hoy en día, muchos jóvenes se muestran ajenos a las situaciones de salud de sus amigos, compañeros de trabajo o miembros de su comunidad.
La perdida de la tradición de expresar condolencias es particularmente preocupante. Antaño, era común acudir personalmente a las casas de los afligidos o, al menos, hacer una llamada para brindar apoyo en momentos de duelo. Esta conexión humana y el consuelo compartido eran fundamentales para tejer los lazos comunitarios. Sin embargo, en la era de las comunicaciones digitales, esta práctica ha quedado relegada, dejando a muchos jóvenes distantes emocionalmente de las vicisitudes de sus semejantes.
¿Qué ha sucedido para que esta falta de empatía se apodere de las nuevas generaciones? Podría ser resultado de la creciente dependencia de la tecnología , que, si bien facilita la conexión virtual, a menudo carece de la calidez y la autenticidad de las interacciones cara a cara. La inmediatez de los mensajes de texto y las redes sociales podría estar contribuyendo a una desconexión emocional, donde las relaciones se diluyen en la superficialidad de los clics y los “me gusta”.
En este contexto, es fundamental reflexionar sobre la importancia de cultivar la empatía en la juventud. Fomentar la participación activa en la vida de los demás, ya sea a través de visitas presenciales o llamadas telefónicas, puede marcar la diferencia en la construcción de una sociedad más solidaria y compasiva. No se trata simplemente de recordar las prácticas del pasado, sino de adaptarlas a la realidad actual, integrando la tecnología de manera que fortalezca, en lugar de debilitar, los lazos humanos.
En conclusión, la falta de empatía en muchos jóvenes es una problemática que merece nuestra atención. Recuperar la conexión emocional, expresar compasión y brindar apoyo en momentos difíciles, son acciones que no solo enriquecen la vida de quienes la practican, sino que también contribuyen a forjar una sociedad más solidaria y humana. La empatía, como antaño, sigue siendo la piedra angular que sostiene los cimientos de relaciones auténticas y significativas.
Aris la crianza antes dirigida por los padres o tutores y sin dejar a los profesores de nuestras escuelas y colegios de los niños ha sido susplantada por un Smartphones