
Como dijimos en la entrega anterior, a la semana de la visita de Trujillo llegaron los técnicos e ingenieros que trabajarían en el proyectado acueducto; a los tres días hicieron su entrada en horas de la tarde los camiones y equipos que trabajarían en el proyecto.
Este conjunto estaba encabezado por un tractor o buldócer y un rodillo o aplanadora que venían desde Cabrera, ampliando el estrecho camino para darle paso a los equipos mas livianos.
Esa tarde nos encontrábamos frente a la Laguna Gri-Grí cuando aquel ruido aparatoso nos sacó del lugar donde estábamos para ir a ver la entrada de aquellos tres camiones de volteo y una camioneta Dodge Comando.

Para mi, y creo que para la mayoría de los niños que estábamos allí, fue la primera vez que vimos un buldócer, un rodillo y camiones volteo; pues aquellas cosas nunca habían llegado a Río San Juan.
Cada vehículo y maquinaria trajo su operador desde la Capital, porque se sobreentendía que en el pueblo no había personal calificado.
Se hizo un campamento provisional para estos equipos en los terrenos entre la planta eléctrica y el matadero, y allí concurrió aquella noche una gran parte de la población para admirar aquellos equipos, que muchos no habían visto antes.

Las oficinas de la Lock Joint Pipe Co. fueron instaladas en dos casas contiguas en la calle Sánchez, propiedad de Panchito Papaterra; la primera contigua a la casa de los Perozo, donde Papaterra tuvo inicialmente la fabrica de hielo, antes de trasladarla a la factoría de la playa, y la otra casa, también del mismo dueño, frente a Urbano Ferreira y Doña Dulce Cedeño, donde antes estuvo el bar Danubio.
En estos dos locales funcionaban todas las dependencias de la compañía y la sala de dibujo de los ingenieros. También se instaló una muy ruidosa planta de eléctrica, lo que permitía trabajar hasta altas horas de la noche.

El vehículo utilizado para llevar el personal al campo era una camioneta Dodge Comando de color verde olivo, que tenía un winch o cabrestante en su defensa anterior, y en uno de los estribos laterales, un recipiente con gasolina.
El chofer de esta camioneta de nombre Jorge, al día de hoy lo recuerdo por su amabilidad y buen trato con los niños. En ese vehículo dio su primer paseo “en carro” el que estas líneas escribe.
Inicios de los trabajos
Llegó un momento en que se trabajaba en varios lugares al mismo tiempo, pero lo primero que se inició fue la construcción de un aeródromo o campo de aviación, para movilizar desde la Capital el personal técnico y los materiales livianos del proyecto.

Los terrenos para este campo de aviación fueron cedidos a título de préstamo y sin ninguna remuneración, por Florito Acosta, persona que desde esa época vino dando muestra de su filantropía y desinterés, cuando se trataba de algo que fuera en beneficio del pueblo de Río San Juan.
Como muestra de lo antes dicho están las donaciones de terrenos para construir el hospital, la escuela y el cementerio municipal.
Este aeródromo estaba localizado en la llanura que iniciaba frente a donde hoy está el hospital Desiderio Acosta y terminaba en los manglares que rodeaban al río San Juan, justo a la orilla del antiguo camino a la "Ginita", frente a un señor que apodaban Brillo. Tenía unos 600 metros de longitud, con tierra bien apisonada y donde aterrizaban aviones de diferentes tamaños. Otra novedad para los habitantes de Río San Juan, que nunca habíamos visto un avión en tierra.

Se mantuvo el uso de este campo por varios años, y fue destruido haciendo grandes zanjas, a raíz de las expediciones armadas contra Trujillo en junio de 1959.
Desde que estuvo listo el campo de aviación, el ingeniero Luis Bonnet cambió su Jeep descapotado por un avión monomotor, que lo trasladaba con mucha frecuencia de Ciudad Trujillo a Río San Juan.
Concluido el aeródromo, se dio inicio a la construcción de la carretera que partiría desde el pueblo hasta el río, donde estaba la casa de bomba.

Esta carretera tenía una longitud de 3.5 kilómetros, y se hizo con el tractor haciendo cortes en las orillas de las lomas, sin adentrarse en la zona pantanosa, que de haberse hecho en línea recta, como está la actual, no hubiese tenido 2 kilómetros.
El material de relleno o caliche se obtenía de una cantera abierta frente a donde hoy está la escuela primaria y cuyas cicatrices y excavaciones aún perduran.
Después de colocado el material, era apisonado por el rodillo que trajo la compañía, y que en pocas semanas permitió el paso de vehículo hasta la represa.
Este camino se mantuvo en uso por unos 18 años, porque en el 1956 la constructora “Del Conte & Allasia” llegó a El Tablón y se construyó el puente sobre el río San Juan. No se hicieron los aproche del mismo, ni se construyeron los 2 kilómetros lineales de carretera de río al pueblo, y por todos esos años nos quedamos pasando el río sin puente y caminando aquellos 3.5 kilometros de curvas y lomas, que en tiempos de lluvia era casi imposible subir la “Mecedora” y la cuesta de Florito.
Fueron muchos los accidentes de tránsito y muertes producidas por este tramo hasta que en 1969, durante el primer gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, la misma compañía Del Conte & Allasia terminó el tramo que faltaba, y se construyeron los aproches de este bien construido puente, que a través de los años ha resistido estoicamente las embravecidas aguas de nuestro río San Juan.

La segunda etapa fue construir la casa de bomba y cloración del agua, que se hizo en la margen oriental del río, con fosa de extracción por aspiración que entrara el agua directamente del río y los ingenieros llamaban “La toma”.
Al llegar el agua desde el río, era vertida en unas fosas donde era tratada con cloro, para luego con el auxilio de dos bombas de uso alterno, enviar esta agua al tanque de almacenamiento, y de allí al pueblo por gravedad.
Junto a la casa de bomba fue construida una casa de madera techada de zinc para alojar al encargado de la bomba y su familia.
Aquí hacemos un paréntesis para recordar que el primer encargado, o como llamamos “bombero”, fue el señor Ramón Polanco (Ramoncito), esposo de Reyna Frómeta, padre de Carlito Frómeta-Chele-, y padrastro de Luis Frómeta –Cacú- y Ramón Frómeta-Guime-, que eran hijos de Reyna y Abrahán Bonilla.
Los familiares de Ramoncito nunca vivieron en la represa, sino que él pasaba los días en su trabajo y venía al pueblo los fines de semanas.

A Ramoncito lo sustituyó Juan Francisco Alonzo –Frank-, quien se habitó la casa en compañía de su esposa Esperanza Alonzo y sus hijos.
A Frank lo sustituyó Luis García Rosario (Luis del Río) y su esposa Eleonora Javier –Nona-.
En visita reciente que hice al lugar solo encontré los cimientos de aquella casa y su piso de cemento que ha permanecido allí por tantos años.

La construcción del tanque o reservoir, con capacidad de 50,000 galones y en concreto armado, se hizo en un cerro elevado dentro de la finca de Prudencio Acosta –Bojolo-, y de allí bajaba por gravedad hasta el pueblo, por tubos de hierro de 6 y 4 pulgadas de diámetro.
Es de hacer notar, que aquella tubería no se hizo siguiendo el curso de la carretera, sino que se hizo en línea recta para acortar distancia.
Simultáneamente con la construcción de las obras de campo, se iniciaron también las construcciones de las redes de distribución.
Llegada de materiales para el acueducto
Tomado del libro “Papeles de Río San Juan”, de la autoría del buen amigo Leoncio Bisonó, reproducimos textualmente este párrafo de la página 517.
“La patana Samaná (lancha de desembarque) de la Marina Nacional, arribó a este puerto trayendo a bordo el material necesario para la construcción del acueducto de esta población. El material del acueducto vino directamente por mar desde ciudad Trujillo, debido a que esta localidad no posee comunicación por carretera.
Las maniobras de desembarco del mencionado material se efectuaron con rapidez y precisión, y en la misma actuaron marineros y empleados de la compañía contratista Lock Joint Pipe Co; bajo la dirección del encargado dela construcción de la obra, el ingeniero Luis Bonnet.
El pueblo en masa concurrió al puerto para presenciar las maniobras de desembarco, portando cartelones con leyenda como esta: “Trujillo es el único que nos da agua”. Fin de la cita.
Como podemos ver en esta crónica publicada en El Caribe el día 11 de mayo de 1952, realmente había prisa en terminar el acueducto en la fecha pedida por Trujillo.
Junto con las tuberías y accesorios desembarcaron dos compresores, pues como todo el pueblo estaba sobre rocas se hacía necesario el uso de aquellos equipos.
Así comienza aquella maratónica carrera contra el tiempo para abrir las zanjas y colocar aquellos tubos, por lo que se trabajaba todo el día hasta la madrugada.
El ruido ensordecedor de los compresores durante la noche no permitía dormir, por lo que algunas familias se mudaron al campo, a casa de algún pariente y así poder alejarse del ruido.
En algunos lugares, como la calle Sánchez, a poca profundidad, después de romper la roca, se encontraba agua, cosa muy común en Río San Juan. Los ingenieros no cambiaban el rumbo de los tubos, sino que rellenaban el lecho con arena para hacerle base a los tubos.
Cada vivienda tenía su acometida con su contador, en una cajuela prefabricada y su llave de paso. Hasta allí llegaba el compromiso dela compañía, y para hacer la conexión debía pagarse un contrato de 2 pesos en el Ayuntamiento, y luego se pagaba 1 peso mensual por servicio.

Como este acueducto fue hecho con todas normas, se ubicaron hidrantes contra incendios a una distancia promedio entre y uno y otro. De estos hidrantes de la marca “Kennedy”, fabricado por la compañía norteamericana Kennedy Valve Co., todavía quedan algunos resistiendo el tiempo y el salitre.
Otro de los componentes con que contó este acueducto fue la construcción de 5 salidas con depósito de agua, para surtir a los que no habían hecho contrato de servicio o no podían pagar por el agua.
Estas llaves, que el pueblo bautizó como pluma pública, estaban ubicadas en las entradas de los campos, así teníamos una al lado de Berto Duval, para los que venían de La Novilla; una segunda al lado de Chito Melo, para los que llegaban de Los Cacaos y Magante; una tercera frente a Mula, en el sector Gallera Vieja, para los llegados desde Mata Puerco y La Caribe; una cuarta en el matadero, y la quinta, en la calle Padre Billini, frente a los Holguín, y donde hoy está un pequeño parque.

En estas plumas públicas veíamos a los campesinos lavarse los pies para ponerse los zapatos, pues en esa época se prohibió andar descalzo. El depósito de agua de la pluma, en la parte posterior, servía como abrevadero para los caballos que entraban al pueblo.
Es lamentable que no se conservara una de estas plumas como recuerdo de aquella época.
Inauguración provisional
En los primeros días del mes de septiembre de 1952 se inauguró provisionalmente el necesario acueducto. Y decimos provisional, porque Trujillo prometió volver para inaugurarlo, pero nunca lo hizo.
Fue un espectáculo emocionante, principalmente para los niños que nunca habíamos visto un acueducto funcionando, y mucho menos bañarnos bajo una llave.
El agua llegó y se le pidió a la población no consumir ni bañarse con esta agua por lo menos por 48 horas, hasta que se lavaran todos los sedimentos. Así se hizo y el agua no se consumió, pero a las dos horas ya los muchachos estábamos bajo las llaves o recibiendo el chorro de los hidrantes.