Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que al final de la década de 1940, de Puerto Plata a Samaná, Río San Juan poseía la única sala de cine, ya que en Sosúa tenían un pequeño proyector para noticias y cultura, y en Matanza, destruida por el maremoto de 1946, también se derrumbó una pequeña sala de cine que tenía la localidad.
Este cine de Río San Juan de nombre River, fue construido por Don Ángel Guzmán Carretero, y fue inaugurado el viernes 11 de Junio de 1948.
Estaba constituido por un caserón de madera techado de zinc anexo a la casa familiar de Don Ángel y su tienda y almacén “Casa Guzmán”.
Constaba de un solo nivel y dentro de él dos secciones, la primera con largos bancos de madera que hacían las veces de butacas alargadas con capacidad para 8 asistentes cada una. Una segunda sección, también en madera y en forma de escalones-asientos, que a las gentes le dio por llamar “El gallinero”, porque los allí subían como espectadores, parecían gallinas en su palo.

El proyector estaba situado en pequeño cuartucho detrás de las butacas o bancos del nivel bajo.
Las películas llegaban por correo y eran traídas desde Gaspar Hernández en cajones metálicos por el “Posta”, nombre que se daba al correo a caballo de la época. Dentro de estas cajuelas venían colocados los rollos.
Cada película tenia en promedio 3 rollos y cada película venía en su cajuela individual.
En los días próximos al fin de semana, el “Posta” traía hasta 3 películas, que ocupaban casi por completo los 2 sacos de lona en que se hacía el traslado de las correspondencias.

Los precios de las entradas dependían de los días de la semana: los martes y jueves los precios eran 15 centavos en los bancos de abajo, y 10 centavos en gallinero (que Don Ángel insistía en llamar “Gradas”.
Los viernes, sábados y domingos, cuando siempre se traían película de estreno, pero que ya habían sido vistas en las provincias, los precios subían a 25 y 15 centavos.
Como el cine funcionaba con una planta eléctrica, antes de comenzar la película, se contaban los asistentes y si no llegaban a 20, se suspendía la función, ya que con un número menor no se cubrían los gastos de combustible.
La película que se exhibía los sábados se pasaba los domingos en la tarde con el nombre de “matinée”, que nunca se suspendía porque los clientes éramos muchos.
En horas de la tarde de los días que había películas, se anunciaba en cada esquina del pueblo con un tubo en forma de cono, que podía oírse a unos cincuenta metros, donde se daba el nombre, actores y precios de la película. Este megáfono humano fue hecho por varios años por uno de los hijos de Doña Colasa Castaño de López, que todos apodábamos “Chanflín”.
Chan, con una voz sonora y con acento mexicano, imitado de aquellos actores de la época de oro del cine mexicano, que con mucha frecuencia se exhibían en el cine River. Acompañaba a Chan un ayudante que cargaba un cartelón donde se podían ver varias fotos de escenas de la película.
La función comenzaba a las 8:00 PM, pero desde las 7:00 PM se prendía un estridente timbre de factoría, que era que confirmaba que habrá película esa noche.
Así pasamos varios años disfrutando de esta sana diversión, donde vimos tantas películas mexicanas y americanas.
Cuando estas películas llegaban a pueblos pequeños como el nuestro, ya habían sido exhibidas en las provincias y llegaban muy deterioradas, se rompían las cintas y había que esperar hasta que fueran unidos los extremos con acetona, como pegante.
Tuto Somavilla, cuñado de Don Ángel, fue el primer operador del Cine River, y este enseño a Martín de Salas, hermano de Juan Alberto (Papa), que era empleado de la Casa Guzmán.
Martín fue el maestro y enseño a proyectar las películas a todos los que trabajaban en la tienda, entre ellos Crescencio –Chencho- José y Francisco Torres.
En los días navideños fue tradición que el Cine River sorteara entre los asistentes cerdo, chivo y un pavo.
La rifa se hacía con una pequeña tómbola, donde se colocaban los números dado a todo el que comprara una boleta. Se interrumpía la película y procedía a la rifa, y al terminar el sorteo se reiniciaba la película. Los agraciados no se marchaban con los animales ganados, y muchas veces mandábamos a callar los berridos del chivo, para poder oír y ver la película.
Quizás sus otros negocios fueron muy rentables, pero el Cine River fue siempre una carga económica para él.
En 1955 dirigió una comunicación al Ayuntamiento del pueblo, solicitando un subsidio para seguir operando el cine, petición que fue denegada por los pocos recursos con que contaban los ayuntamientos.
Ante esta negativa Don Ángel siguió esperando el progreso, continuó subsidiando su proyecto y el Cine River no cerró sus puertas.

Teatro Thelma
Al crecer la población de Río San Juan, Don Ángel Guzmán estimó rentable construir un nuevo local, que pudiera alojar mayor número de personas, y al final del año 1956 derribó el viejo caserón del Cine River para construir el nuevo, que llevaría por nombre “Teatro Thelma”, en honor a su esposa e hija del mismo nombre.
Para mantener funcionando el Cine River en lo que se construía el nuevo, se habilitó un caserón de madera al lado de Don Emiliano y Paula Gonzalez, que fue la casa donde vivió Emilio Labrada y su familia, y donde luego funcionó la tienda de Juanito Suero.
En el verano de 1957 se inauguró el nuevo “Teatro Thelma”, un edificio de cemento de dos niveles y con modernas butacas, con un proyector moderno para la época y con un buen sistema de sonido.

Al llegar de vacaciones de fin de curso, me impresionó aquella construcción, que estaba a la altura de que ya conocía en Puerto Plata.
El cine se inauguró con la película mexicana “La Gaviota”, que había sido muy aclamada desde su estreno en 1955.
Aquella noche confluyeron prácticamente todos los habitantes del pueblo, unos a ver la película y otros a admirar el nuevo teatro.
Fue un lleno total, donde hubo gentes sentadas en el suelo, y creo que por primera vez, se permitió a parte público ocupar el lugar reservado para los dueños, que tenía un pequeño letrero que decía “Palco Privado”.
Hoy al pasar los años admiramos y agradecemos el empeño y esfuerzo de Don Ángel Guzmán por el progreso de Río San Juan.
