Los tambores de guerra entre Israel e Irán amenazan la estabilidad mundial. Si entendemos quiénes ganan y pierden con ese enfrentamiento, entenderemos por qué luce como nuestro destino inmediato, ineludible.
Los “observadores militares”, bocinas de la industria armamentista, justifican las guerras defendiendo “principios”. John Bolton, ex asesor de seguridad nacional lleva mucho tiempo abogando por atacar a Irán y dice que debemos destruir la infraestructura petrolera iraní.
Cuando todos están de acuerdo con atacar a Irán, podemos estar seguros de que ellos están seguros de que Irán no tiene armas nucleares.
Si destruyen la infraestructura petrolera iraní arrodillarán a China, el principal rival económico estadounidense que importa el 90% del petróleo iraní, ahí saldrán ganando los Estados Unidos.
Si acorralan a Irán, que controla las rutas de navegación por donde transita el 50% del petróleo mundial, podría desatar una escasez planetaria de hidrocarburos. Reducir la producción y el consumo petrolero mundial, hará realidad los sueños del Foro Económico Mundial (FEN) de Davos, Suiza, todos saldremos perdiendo.
El presidente Joe Biden le dice al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu que no contra-ataque a Irán. Y lo ignorará, como cuando le pide no matar civiles en Gaza, pero le manda cargamentos de armas semanalmente, Israel no trabaja sola, trabaja para alguien. Por eso dicen que Israel, más que un país, es un portaaviones estadounidense en el Medio Oriente.
Geopolítica
Irán exporta 1.5 millón de barriles de petróleo diariamente, eso es insignificante, lo importante es cómo Teherán reaccionaría ante un ataque de Israel, apoyada por Estados Unidos y la Unión Europea. Es una manipulación pasivo-agresiva empuja al enemigo, a hacer lo que nosotros queremos que se haga, él responsable.
Irán controla dos estrechos marítimos estratégicos para el transporte de petróleo, en ambos lados de la península arábiga.
Por el estrecho de Hormuz, al Este, en el Golfo Pérsico, aguas territoriales de Irán, transita más del 25% de la energía mundial. Por el de Bab al-Mandab, la entrada al Mar Rojo, entre África y Yemén, transita otro 25% del consumo mundial.
Si le destruyen su infraestructura petrolera, Irán puede bombardear cada tanquero que cruce esos estrechos. Los Houtis, de Yemén, ya lo hacen.
Un déficit petrolero de 50%, disparará los precios del barril cercano los $150.00, empujará la economía mundial por un barranco, primero tendremos recesión, después depresión económica. Se cumplirían las profecías del FEN que promueve “El Gran Reinicio”, y podrán “reconstruir mejor”, como dice el lema de Biden. Antes de “reconstruir” debemos destruir, vivimos esa etapa.
Israel destruirá la infraestructura petrolera iraní, arrodillando a China, no los Estados Unidos. Irán provocará el déficit petrolero mundial, no Israel, es todo un hermoso poema de política pasiva-agresiva. Biden “fracasará”, no “controló” a Netanyahu y perderá las elecciones, pero “triunfará”, dejándole al ganador la piñata vacía de un mundo destruido; para “reconstruirlo mejor” ese es el “triunfo del fracaso”. Para su aventura fratricida, Biden tiene un hombre atrapado, sin salida ni alternativas.
Netanyahu
No hay animal más peligroso que un político desesperado y acorralado, comandando las Fuerzas Armadas. Durante los primeros 10 meses del 2023, Israel tomó las calles demandando la renuncia y arresto de Netanyahu, hasta el ataque de octubre. Nadie nunca se explicó cómo las sofisticadas defensa e inteligencia israelí no evitaron ese ataque, pero desde entonces, las protestas contra Netanyahu se redujeron.
Netanyahu, sin embargo, tiene serios problemas a lo interno de su coalición ultraderechista, algunos de sus disidentes se juntan con sus oponentes tradicionales a demandar su renuncia. Si el ataque contra Irán sale bien, Netanyahu espera que todos sus problemas legales y políticos desaparezcan.
Una guerra con Irán unificará a Israel bajo Netanyahu.
A los políticos no les importa la vida humana, sólo quieren salvar sus pellejos e imponer sus agendas. La masacre de Gaza demuestra la “profunda humanidad” de Netanyahu y de Biden, quien le provee las armas.
Para Netanyahu lo importante es evitar la cárcel y reivindicarse, para Biden es, avanzar la agenda del FEN, si todo queda destruido, quien venga atrás reconstruirá mejor.