La muerte repentina de mi entrañable amigo, José Jáquez, me ha llevado a una profunda reflexión, como nunca la había realizado en mi vida. Esa turbulencia mental, que produce la pérdida de un ser querido, ha encontrado paz y tranquilidad en la sabiduría de Buda.
Por eso voy a dejar que Buda trascienda a través de mis pensamientos y emociones: El Buda decía. "Vacía, serena y carente del yo es la naturaleza de todas las cosas. En realidad no existe ningún ser individual. No hay un final ni un inicio, ni curso medio alguno. Todo es una ilusión o un sueño. Todos los seres del mundo están más allá del reino de las palabras. Su última, pura y verdadera naturaleza es como la infinidad del espacio".
"El camino hacia la libertad consiste en aprender a vivir el presente sin querer llegar a convertirse en nada. Vivid sin apegos y experimentad el presente con plena atención. Si así lo hacéis no os encogeréis cuando llegue la muerte ni desearéis renacer".
"La paz debe buscarse en el interior, ya que cuando alguien está interiormente sereno, el yo no puede estar presente. En el fondo del océano no hay olas y éste está tranquilo y calmado. Con una persona tranquila ocurre lo mismo, está serena y no desea apegarse a nada, porque ha abandonado el yo y ha dejado de acumular orgullo y deseos".
Dijo el Buda: "Cuando una persona ha comprendido totalmente el mundo, de arriba abajo, cuando no hay nada que pueda agitarla, se ha convertido entonces en alguien libre de confusión. Los miedos, la agitación, y los vivos apegos han desaparecido. Ha trascendido la vejez, el nacimiento y la muerte".
Esta triste realidad me ha enseñado, que la vida es algo intemporal, una proyección de la mente, algo transitorio, fugaz y efímero. De lo que estoy convencido es que lo único que existe es el presente, el momento que vivimos, cuando estamos atentos y enfocados, dejando el yo o ego a un lado.
Ese instante presente en cualquier circunstancia deja de ser, como lo ocurrió a mi amigo José. Una persona sana, lleno de vida, sin ninguna enfermedad, pero su tránsito por el espacio del tiempo terminó. Así le puede pasar a cualquiera que todavía tenga la bendición de disfrutar de una vida intemporal.
Mi reflexión me ha llevado a mirar hacia el interior, a entender que lo más maravilloso es esparcir amor, actuar con la virtud como filosofía de vida, siendo bondadoso y jamás haciendo mal a algún semejante. Nada de odio, rencores ni envidia, ya que eso a lo único que lleva es a envenenar el alma.
Si algo he aprendido de esta experiencia dolorosa, es que debemos siempre estar prestos a manifestar nuestro cariño y amor a nuestros amigos y seres queridos. Debemos decir "te quiero", cuantas veces sea posible, expresar los sentimientos, antes que nuestro tránsito fugaz por la existencia llegue a su final.