No todos los que tenemos acceso a escribir o hablar en un medio de comunicación somos periodistas ni ejercemos el periodismo, incluso si somos escritores.
Y es que ser periodista es informar de lo que realmente pasa en tu comunidad sin importar que lesione los intereses, regularmente personales, de quienes o por quién están generando la noticia. La verdad es la verdad, duélale a quien le duela y no se puede callar.
A veces se confunde el periodista con el lisonjero, que es aquel que solo piropea y difunde, muchas veces de forma retorcida y mal redactada, lo que beneficia a quien le da unos pesitos que ni siquiera le resuelven su problema básico de comida.
Lo peor de todo es que se creen periodistas y hasta se sienten errónamente en capacidad de recriminar a quienes ejercen esa función de forma imparcial. Y vaya ironía, a veces hasta le quieren corregir la redacción a quienes con celos ven que dicen la verdad con palabras llanas. Qué cachaza!
Para atreverse a tanto, algunos de esos “profesores dueños de la verdad” muchas veces esgrimen que tienen siglos en la profesión, aunque por su pobre redacción no le hayan publicado nada, o poca cosa, en los medios a los que se le han acercado, precisamente por su ineptitud. Y si es hablando mucho peor, pues su léxico deja mucho que desear, con palabras mal empleadas y/o mal pronunciadas.
Qué “bigliguer”, se les olvida que no importa el tiempo que tengan, si no tienen formación de un verdadero periodista no aprenderán nunca, por eso los ve que se les pasa el tiempo envidiando y haciendo malas copias, hasta de nombres, de los avances de muchos que con menos tiempo que ellos han logrado respeto y un reputado sitial en la comunicación.
A ellos no les caben las frases “Entre bomberos no se pisan la manguera” y “Las clases no se suicidan”. muy usadas para llamar la atención en cuanto a la unidad y apoyo que debe primar entre colegas.
Nooo, qué va, con nInguna se les puede reprochar, pues no son ni uno ni otro, solo lisonjeros de la comunicación, lamedores de amos, que con chismes buscan intimidar, la mayoría de las veces sin éxitos, a los que realmente ejercen el periodismo.
Son individuos sin criterio ni mentalidad propia, que se dejan manipular del primero que le ofrezca una migaja a cambio del silencio y de privarse de la libre expresión del pensamiento.
Y qué pena, porque para eso no están hechos los medios de comunicación. Digo, aquellos que surgen con el compromiso de realmente informar con independencia a la colectividad.
Hasta la vista.