Después que llegamos a la generación de los 60, hay un cambio radical en nuestras vidas, porque todo empieza a ser el resultado de nuestra edad. El pelo si no se ha caído, empieza a adquirir un tono blanco, ya que la melanina nos dice adiós.
Al ir al médico empezamos a oír con mucha frecuencia, “eso es por la edad”. Si la presión está en 130/90, es normal por la edad, si la aorta tiene alguna calcificación, es por la edad, los pliegues en la parte frontal del cerebro son fruto de la edad.
La calcificación en la próstata es por la edad, lo mismo que su agrandamiento, así como la disminución de la fuerza al orinar. Las hernias umbilicales y pélvicas, así como en la columna, nos dicen que casi a todos los de nuestra edad las tienen.
El manguito rotador lesionado, el dolor de espalda, de rodilla, el reumatismo, la artritis, los problemas en la cadera y los pies, nos dicen que es normal después de los 60. Nos indican colonoscopía y endoscopia obligatoria cuando entramos a esa generación, así como hacemos una vez al año el incómodo tacto para ver como anda la próstata.
Las manchas de diversos colores en la espalda, el pecho y la cara, los brazos y las piernas, al preguntar, sólo nos dicen que es cuestión de la edad. Así como los surcos en la cara y la piel arrugada en el cuello, es por la edad. Con esa respuesta queda concluido el diagnóstico.
La pérdida de masa muscular, que puede provocar lesiones muy peligrosas por caídas y que tiene un alto índice de muertes, simplemente es por la edad. Si nos cansamos con más frecuencia de lo acostumbrado, es por la edad, ya que la energía se ha ido agotando.
Pero lo peor de todo es que con dormir 6 a 7 horas está bien por la edad, lo mismo que asumir nuestra responsabilidad con nuestras esposas, con una frecuencia no muy constante, también es culpa de la edad. Lo cual por suerte justifica a muchos.
Si a todo este drama que vivimos, le sumamos a diario la muerte, gravedad, detención de un cáncer o enfermedad letal, de alguien a quien conocemos y estamos vinculados de alguna manera, la situación es más angustiante y traumática.
La vida después de los 60, sin lugar a dudas, se torna con muchos niveles de incertidumbre, por la fragilidad de la existencia, porque nuestras energías empiezan a agotarse y con ello a aflorar una etapa inevitable, dictada por las leyes de la naturaleza.
Lo más triste es que mientras ese proceso natural de la vida ocurre, la mayoría de personas concentran sus energías en acumular bienes materiales, olvidándose de vivir con pasión los años que le quedan con la mayor calidad de vida posible.
En definitiva, nos pasamos décadas trabajando, sin disponer de tiempo para disfrutar las cosas maravillosas que nos ofrece la existencia, al creer que lo más importante es el crecimiento de su patrimonio. Por lo general ocurre que al querer disfrutar esas décadas de trabajo, dedicación y esfuerzo, nos asalta un desenlace repentino y todo queda en manos de los descendientes, que no siempre valoran y le dan un uso apropiado.
Por todo esto entiendo que, si bien es cierto que el ser humano debe de ser previsible, responsable, trabajador y disciplinado, jamás debe de olvidarse que los años pasan, llegando con ello la enfermedad y la muerte.
Es vital comprender que hay que disfrutar a plenitud la vida, cada momento con pasión, sin olvidarse de tener los ahorros que le permitan culminar su existencia con dignidad, y decoro, sin convertirse en una carga para otros. Todos sin excepción vamos a envejecer, pero la clave es hacerlo con calidad, lo cual no será posible si llevamos una vida sustentada en el desorden y la irresponsabilidad.
Después de los 60 no tenemos el brillo de la juventud, pero si más experiencia y sabiduría para disfrutar de tantas cosas que en otros tiempos no valorábamos, por nuestra visión limitada y encasillada de la existencia. Es una realidad que nuestra generación se está enfermando y muriendo, lo cual es una ley inexorable de la vida.
Adquirir consciencia sobre esa realidad, es lo único que puede hacernos manejar correctamente ese ambiente generado de manera permanente, con la muerte de amigos y familiares, hasta que nos toque nuestro turno.
Nuestra generación de los 60, jamás debe amilanarse ante las dificultades naturales e inevitables, por el contrario, es el momento de vivir con mayor intensidad cada instante, sacarle provecho a la naturaleza, a los amigos, del corazón, a nuestros hijos y familia, ofreciéndoles tiempo de calidad y alegría. Es el mejor momento para para realizar acciones basadas en la virtud, la bondad y la solidaridad.
Puedo decirle con conocimiento de causa, que la edad no es un obstáculo para tener una vida de calidad. Aunque para eso debe de tener disciplina, haciendo ejercicios para mantener el cuerpo sano, leyendo para ejercitar el cerebro, comiendo sano para no intoxicar el cuerpo y evitando el estrés para no provocar enfermedades que destruyan su organismo.
Una centenaria de Estados Unidos dijo al cumplir 106 años: "La vejez no es una cuestión de edad, sino de actitud".