Las 48 leyes del poder es un clásico escrito por Robert Greene que salió a la luz pública en 1998. Esta obra tiene muchos elementos de El Príncipe de Maquiavelo y ha sido comparada con El arte de la guerra de Sun Tzu.
Esta obra está dirigida en dos direcciones, para aquel que quiera obtener poder o para aquel que quiera defenderse del poder. De mi parte, desde que me inicié en política ha sido un manual para mí, nunca usándola para aplicarla en términos descarnados para obtener resultados, sino desde una visión positiva, para defenderme de los adversarios y evitar me apliquen sus enseñanzas.
De las 48 leyes que contiene el libro, he seleccionado 10, que se convierten en 8, para guiar mis pasos por la política, las cuales compartiré en este artículo. Son las leyes que considero vitales para poder avanzar de manera positiva hacia los objetivos que te puedan hacer un buen político, manteniendo tus valores y principios, pero evitando te apliquen sus enseñanzas y con ello sólo dejes un legado de fracaso y experiencias frustratorias.
Las voy a ir comentado en orden de prioridad e importancia, según mi visión y experiencia. Ley No 1. JAMÁS LE HAGAS SOMBRA A TU AMO. Esto es vital si quieres sobrevivir en la vida política, ya que los líderes son extremadamente celosos y con un gran EGO. Si intentas opacarlos y demostrar que lo superas, incurriendo en el error de corregirlo y no sugerirle, serás un político muerto, aislado en principio y luego aplastado. En el mejor de los casos serás apartado del entorno y forzado a marchar por un camino diferente.
Ley No 10. EVITA LOS PERDEDORES Y DESDICHADOS. Quien incursiona en política, si desde un principio no es capaz de distinguir el árbol al que se arrima y lo hace por el equivocado, sencillamente perderá su tiempo y sólo ganará experiencia. Quienes son exitosos en la vida política, de manera natural tienen una luz propia que los alumbra, lo cual es fácil de comprobar con el estilo de vida que lleva en todos los sentidos, es sólo tener la visión para ser buen observador. El perdedor y fracasado en política, destila ese olor que no es tan difícil de percibir, por lo que se deciden a seguirlo carecen no sólo de inteligencia emocional, sino del más mínimo sentido de la realidad. Quizás por inmadurez o fanatismo, aunque para los resultados es lo mismo que la ignorancia, perdida valiosa de años de vida.
Ley No 19. NUNCA OFENDAS LA PERSONA EQUIVOCADA, es mejor averiguar detalles de con quien estás tratando. Quienes tienen poca experiencia en política, mucha pasión, energía y ambición, por lo general incurren en este grave error. Enfrentar a alguien vinculado por diferentes vías con el poder, te puede salir caro, hasta el punto que puede ser tu despedida para hacer una carrera política futura.
Ley No 5. DEFIENDE TU PRESTIGIO HASTA EL FINAL. Jamás permita que se cuestionen tu moral, honestidad y valores éticos. Si permites que eso sea usado por tus adversarios, sin responderle con autoridad y evidencias, estarás permitiendo que tu imagen se deteriore y pierdas credibilidad en la población. Claro que para tener confianza y seguridad para realizar esto, debes aplicar en tu vida la Ley No 26. MANTÉN LAS MANOS LIMPIAS. Estas dos leyes la No 5 y la No 26 van de las manos.
Ley No 17. DOMINA EL ARTE DE LO IMPREDECIBLE. MANTÉN EL SUSPENSO. El político debe de ser prudente, sosegado y siempre decir menos de lo necesario(Ley No 4.). Si eres desbocado y te gusta fanfarronear, simplemente incurres un un error garrafal, que es develar la estrategia y permitir que el adversario se prepare y te aseste un golpe letal. La ley 17 y la ley 4, van de las manos y ambas te dicen que si quieres ser un buen político, debes callarte, cuando no tengas que hablar. Balaguer es el mejor ejemplo de esto, quien decía que en circunstancias tuvo que esperar 10 años para responderle a alguien.
Ley No 29. PLANIFICA LAS ACCIONES DE PRINCIPIO AL FIN. Nunca dejes nada a la espontaneidad, trabajando sobre la marcha, sin una planificación detallada y paso por paso para lograr tus propósitos. Cuando te embarques en un proyecto, lo primero que debes hacer es elaborar un plan de trabajo, con una estrategia bien pensada en todo el proceso. El objetivo siempre será el mismo (estrategia), lo que puede variar por las circunstancias es la táctica a aplicar, la cual debes ir ajustando, ya que la vida no es un dogma, sino que está sujeta a cambios dialécticos. El que no trabaja con un plan al final está llamado al fracaso.
Ley No 16. UTILIZA LA AUSENCIA PARA INCREMETAR EL RESPETO Y EL HONOR. Esta ley sólo se logra después de tener una larga experiencia en la vida política. La tendencia de los novatos es estar inmiscuido en todos los pormenores y detalles. Entienden que mientras más se dejan ver y enseñan logran más poder y autoridad, lo cual puede funcionar en un momento, pero al final se convierte en un bumerang, que lo lleva a perder autoridad ante sus seguidores. En ocasiones es vital ausentarte, para que la presencia comience a sentirse, sin que esto se convierta en algo que sobrepase los límites. Sólo la madurez y el dominio del escenario en juego, permite este tipo de accionar. Hay que dominar el arte de la oportunidad (ley No 35). Ambas leyes coinciden en gran medida.
Ley No 47. NO VAYAS MÁS ALLÁ DE TU OBJETIVO AL TRIUNFAR. Cuando logras un triunfo en política, debes ser capaz de aprender a detenerte, porque si no lo haces a tiempo, puedes perder todo lo logrado. Es vital aprender que cuando logras una victoria, es necesario consolidar lo que has logrado, para reagrupar las fuerzas y replantear las nuevas estrategias. Si sigues corrido, sin evaluar los pro y los contra, fácilmente puedes incurrir en errores que te lleven a perder todo lo obtenido y permitirle al adversario aprovechar la dispersión para atacar con nuevas fuerzas y aliados, así como con un escenario más favorable.
Estas son algunas de las leyes del libro de Robert Greene, que entiendo pueden aplicarse para lograr propósitos y objetivos en política, sin llegar a traspasar los límites que conlleven una ausencia total de valores y ética. Hay otras leyes que aunque las he estudiado por años, lo hago para no dejármela aplicar, jamás para asumirla como parte de mi conducta en el quehacer político.
Soy de parecer que en todo en la vida hay que tener límites, porque para aplicar al pie de la letra las 48 leyes del poder y los principios maquiavélicos, hay que despojarse de escrúpulos y marchar con el criterio de que el fin justifica los medios. Los políticos, todos sin excepción, deben leerse este tipo de literatura, pero sólo para evitar ser víctimas de quienes consideran la política como el arte de la conveniencia.