Nueva York.- “Hoy me he reído, he llorado, pasé por mis recuerdos y llegué hasta aquí orgulloso de que Dios me dé tantas personas lindas (hay sus feos también) que me den tanta muestra de cariño”.
Este es el pensamiento de Lenín Melo, quien al ser sorprendido en la Gran Urbe por su cumpleaños 27, como a todo inmigrante, lo ha asaltado la nostalgia.
Es verdad que ha sentido el aprecio de sus amigos en la babel de hierro, pero eso no le sirve para llenar el vacío causado por la partida a tierras lejanas, que absorbedoras del tiempo y la familia, te hacen sacar de dentro tus sentimientos de gratitud a todos aquellos que desde tu niñez han velado por ti.
Y si tienen alguna duda sobre lo último, he aquí otro trozo de nostalgia de Lenín.
“Primero gracias a Dios, luego a la mujer de mi vida, mi madre Eduva, a mi familia y a todos ustedes que han soportado este loco necio por estos 27 años que cumplo. (Es mi día y me pongo los k kiera jummm) en este frío y lejos de mi país, tanto calor humano me mantiene cerca de todos".
Y como el hombre no está en Río San Juan, aunque estaba de cumpleaños, tuvo que trabajar horario normal, y a las seis de tarde de este jueves, se apresuró a escribir: "Acabo de llegar de trabajar porque como saben no soy Vittini, Marranzini, Bonetti ni ningún apellido k termina en ini; soy Melo Bonilla y debo buscar los chelines”. Cuánto extraña su Drink 81! Si fuera allá, la fiesta hubiera comenzado el sábado pasado a la orilla de la Laguna Gri-Grí, siguiendo por el local del Drink, hasta terminar el 6 de enero, "porque ya estamos en Navidad, y estos son tiempos pa'cueros, perdon pascueros".
Pero como estamos en la selva de cemento, después de esto, al recién llegado (tiene a penas semanas que brincó el charco), no le quedó más remedio que admitir que le salió lo poeta y escribió y escribió. Y todo por estar “rebosado de alegría y bendición, gracias a Dios”.
Al final, cuando por fin lo soltó la musa, regresó al espacio terrenal para darse cuenta que, por su cumpleaños, había que darse una ‘jartura’ de sancocho, cerveza y romo junto a todos sus amigos en casa de la principal canchanchana del bonche, Sara García, quien preparó el suculento ‘ajiaco’, aunque con la condición de que la parranda no podía pasar de la seis de la mañana, pues el viernes había que volver a la faena.
Felicidades leñero! Que los rascacielos de Nueva York te apaguen la velita!