Mientras el país se nos cae a pedazos por la ineficiencia oficial para combatir la corrupción, el narcotráfico, los apagones, la inseguridad ciudadana y la falta de instituciones que funcionen, un legislador de la oposición le brinda al gobierno la posibilidad de entretener a la ciudadanía, poniendo sobre el tapete la construcción de un museo en una provincia paupérrima.
En algún momento el PRD tendrá que aprender de los partidos internacionales a los que está aliado, como el caso del PSOE en España, que unifican criterios antes de salir a la luz pública con una propuesta o alguna declaración, o, simplemente, mantienen una estrategia de comunicación en conjunto.
En este Congreso, de amplia mayoría peledeísta, la única manera que tiene un legislador perredeísta de lograr la aprobación de alguna de sus propuestas, es coincidiendo con el contrario o con el apoyo de sus compañeros.
Qué vergüenza siento de que sea un legislador del PRD, el partido al que le costó mayor derramamiento de sangre la lucha por la democracia de este país, el que haya propuesto que se malgasten fondos públicos para hacerle un museo a Trujillo.
En mi condición de miembro de organismos importantes de decisión dentro del PRD, como el CEN y la Comisión Política, debo decir que ese tema nunca se ha discutido en esas instancias.
Entendamos que lo que haga uno de nosotros terminará por afectar a la colectividad completa.
Hubiera preferido ver a un legislador exigiendo al gobierno el cumplimiento de la Ley 66-97, que le asigna el 4% del PIB al sector de la educación; o el funcionamiento de la Seguridad Social, tal y como ordena la Ley 87-01. Cumpliendo esas dos leyes sí se beneficiaría una amplia mayoría de los que habitan en la provincia San Cristóbal.
O también haciendo un reclamo a las autoridades de Educación, por cuya ineficacia y dejadez se enfermaron cientos de niños con el desayuno escolar, teniendo que suspendérsele el mismo a más de un millón de estudiantes.
Muchos reclaman que deberíamos hacer como Alemania, que mantiene un museo dedicado a los nazis. Pero allá hay nazistas procesados que, por las atrocidades que hicieron, cumplieron condena o la están cumpliendo. Aquí, en cambio, no hay ningún Trujillo procesado ni condenado por los asesinatos, robos y toda clase de atropellos cometidos durante más de 30 años en contra de este pueblo.