Nueva York.- La radio de Nueva York tiene muchos locutores populares. De la República Dominicana hay varios. Uno de ellos es un orgullo para el pueblo de Río San Juan.
Muy popular en los inicios de los 80’s en Radio Gri-Grí, Martín de la Cruz se ha ganado su espacio entre la audiencia neoyorquina y actualmente ocupa el horario estelar de la tarde en 90.3 FM, la emisora de la Universidad City College.
Allí produce junto al cabrereño Arismendy García el programa Variedad Latina. Un espacio de 10 de la mañana a 2 de la tarde, con música romántica del pasado reciente, pero al estilo de la radio dominicana. Y de 2 a 3:30 p.m. sigue con “La tarde romántica”, espacio con el cual se pone en contacto directo con los amantes de las baladas y los boleros.
Nativo de Jobo Dulce, un campito ubicado entre Río San Juan y Cabrera, De la Cruz ya es un decano de la radio neoyorquina y con 17 años en 90.3 FM conoce al dedillo el gusto de sus oyentes.
Pero llegar ahí no fue caso fortuito. A su llegada a Estados Unidos en 1986, De la Cruz vio tirado por el suelo sus estudios de locución y su gran popularidad en Río Gri-Gri, ya que debió trabajar en una compañía de limpieza.
Sin embargo, su pasión por la radio seguía latente y su timbrada voz lo delataba. Cuenta que un compañero de trabajo, al escucharlo hablar se sorprendió por su dicción y timbre de voz, a tal punto que dudó de que fuera dominicano. Sin embargo, eso le sirvió de algo, porque ese compañero lo puso en contacto con unos cubanos amigos propietarios de una radio en Boston que necesitaban una persona para el horario de 5 a 7 de la mañana. “La dueña de la emisora escuchó unos cassettes de mi voz y me mandó a buscar. Me hizo una prueba, le gustó, incluso me hizo grabarle una noticia, pero cuando le pregunté por el pago me dijo que era a 10 dólares y no acepté, porque sólo iba a trabajar dos horas en la madrugada y no tenía sentido levantarme a esa hora para manejar lejos por ese dinero”, cuenta De la Cruz convencido de que podía lograr algo mejor.
Contó que siguió en la limpieza por 10 meses hasta que llegó a Nueva York y haciendo una maestría de ceremonia se encontró con Arismendy García. “Me dijo que era uno de mis oyentes allá en Cabrera; que estaba en una estación de radio y me invitó a pasar un rato por la emisora en City College”, reveló De la Cruz. Y fue todo lo que necesitó, en pocos días ya era el compañero de García y lo demás es historia.
Sin embargo, a pesar de los logros en Nueva York, De la Cruz muestra su euforia y orgullo cuando le toca narrar su infancia en Río San Juan y sus comienzos de mozalbete en la radio local, la cual dijo agradecer infinitamente a Jeremías Padilla, quien lo introdujo a la locución, y a doña Estela Ovalle, director y propietaria respectivamente de Radio Gri-Grí.
“Yo nací en Jobo Dulce y llegué de 8 años al pueblo. Empecé en el tercer curso con doña Diana en la escuela primaria, hasta graduarme de bachiller”, cuenta De la Cruz, con una narración que lo remonta a sus años y travesuras de adolescente.
Con esa emoción propia del que disfruta recordar lo vivido narró como, al ver que sus compañeros de escuela tenían muchos amigos, para lograr notoriedad se fue integrando a los grupos de teatro y comedia.
Fue entre esas inquietudes y sus travesuras de captar a su profesora en posiciones medio expositoras, que Martín se convirtió en locutor a los 18 años y en uno de los más conquistadores de su escuela.
“En la secundaria era muy fácil para mi conseguir mujeres, porque era muy popular. Ellas me llamaban a la emisora y yo sólo le decía: ‘la canción que viene a continuación está dedicada a ti…’ y ya no tenía que decirle más nada”, recuerda con picardía.
Su llegada a la radio comenzó precisamente por una comedia donde él imitaba al director de la radio local, Jeremías Padilla, y durante una actuación en un club cerca de la laguna Gri-Grí, el locutor estaba por los alrededores y alguien le dijo que fuera a ver a un niño que lo imitaba en un comercial que él hacía.
“Cuando me tocó el turno de imitar yo veo que todo el mundo se pone a ver a Jeremías y me dio miedo; al terminar no quise salir. Para colmo, Jeremías viene y me llama. Me asusté más, pensé que me iba a reprochar y le dije ‘mire es un chiste lo que nosotros hacemos’, pero él dijo: a mi me gustó eso, yo vine a hablar de otra cosa… a ver si te gustaría practicar locución en la emisora. Le dije que no sabía nada de eso, y me respondió que era precisamente para que aprenda… ‘ve a la emisora el domingo a las 6 de la mañana’”, recordó De la Cruz haberle dicho.
Sin embargo, no crean que Jeremías logró convencerlo. El muchacho no fue, pensando que él le iba a hacer algo, hasta matarlo allá por mofarse de él. “Pero después me encontró y al decirle por qué no fui me dijo 'tu eres loco, yo sé que eso es un relajo… te espero el domingo’”.
Contó que fue y primero comenzó a aprender a manejar los controles hasta que un día lo pusieron a dar la hora. “Lo practiqué antes, pero cuando se abrió el micrófono me quedé eeeeeeeee… Al otro día todos los muchachos me estaban relajando en la escuela…. Fui y le dije a Jeremías que no iba a volver, que yo no servía para eso. Pero él insistió y me dijo que él era quien sabia de radio y no mis amigos. Volví y di la hora bien… al salir no quería encontrarme con nadie porque pensaba que me iban a atacar… y así arranque”, remembró el popular locutor con el brillo en los ojos que sólo da la satisfacción.
Y es que a partir de ese momento logró muchas metas. La emisora le pagó los estudios de locución en la escuela Otto Rivera en la capital y se convirtió en uno de los locutores más populares de la zona verde.
Sustituyó al hoy regidor de Nagua, Ezequiel Castillo, en el programa “El alegre despertar de mi tierra”, que hacia de 6 a 8 a.m. y se ganó todo el cariño de los campesinos.
“Yo me puse a escuchar como hacía Radio Santa María, enviando mensaje a los campesinos y lo copié; y llegó un tiempo en que me enviaron tantos papeles que yo no podía leerlos todos en el aire. Pero siempre lo intentaba”, dijo.
Aunque no crean que por ser el más popular ganaba mucho dinero. Era apenas 25 pesos la hora por mes y él sólo trabajaba dos. Saque cuentas. Aunque fue subiendo, se ganó el aprecio de Doña Estela, la propietaria, y ésta habló con el dueño de una tienda amiga para que le diera cada un mes o dos algunas camisas, pantalones o zapatos.
Pero no todo fue éxitos en su estadía de 1982 a 1986 en Radio Gri-Grí para De la Cruz. Cuenta que un día durante un bloque musical que hacía en horas de la tarde (Meridiano Romántico), mientras cogía llamadas telefónicas de los oyentes en el aire, por la otra línea tenía en espera a una joven con quien había compartido la noche anterior. Con la emoción de estar hablando con la muchacha se le olvidó cerrar el micrófono y salieron al aire todos los detalles de los efusivos momentos íntimos propios de esa primera noche. “Al minuto veo la luz del teléfono que sólo llamaba doña Estela. Lo cogo: dígame doña, dice ella ‘primero cierra el micrófono y en camino va alguien para allá a sustituirlo… todo el mundo que está escuchando sabe lo que usted le hizo a esa muchacha anoche’”, recordó. Esa inolvidable conversación de aquella tarde de 1984 le costó seis meses de suspensión y luego su despido.
Dice que durante ese tiempo vio el mundo diferente porque su vida, su pasión, siempre ha sido la locución, pero que nunca quiso irse del pueblo a buscar trabajo en otras emisoras.
Quizás esa perseverancia hizo que la vida le diera otra oportunidad. Un día, una empleada de la emisora fue con el recado de que doña Estela quería hablar con él. “Cuando fui me dijo: Martín tú sabes que tu ha sido uno de los locutores más populares y que más ha ayudado a la estación… Usted está dispuesto a volver?. Los ojos me brillaron y le dije ‘ahora mismo que usted quiera, esa es mi vida’”, cuenta.
Así volvió a Radio Gri-Grí, aunque antes recibió un consejo de la dueña: ‘pero tienes que si tu estás hablando toda esa basura con esas mujeres…. cierra el micrófono!”.
De esos años Martín también recuerda los consejos profesionales de Víctor Manuel Álvarez, Chichí Acosta y del propio Jeremías, a quien no sólo agradece haberle enseñado a presentar discos sino sus insistencias en que leyera una obra, un libro, para adquirir cultura.
También tuvo elogios para Tony La Paz, de quien dijo fue su inspiración, aunque no coincidieron en tiempo. “Me inspiraba la forma tan inteligente como él manejaba el tiempo cuando él (Tony) estaba en la radio…. Yo escuchaba apasionadamente su ‘Atardecer en Quisqueya’”, dijo.
Al final, al escucharlo hablar con entusiasmo de sus andanzas ‘romolocuteriles’, tanto en Río San Juan como en Nueva York, sin contar las noches de juergas y parrandas en playas y ríos, quisimos imaginarnos la pregunta que estaría pasando por la mente de los lectores, lo cuestionamos sobre sus bonanzas económicas, y esta fue su respuesta.
“La locución dinero no me ha dado. Nunca he vivido de ella, pero sí me dio 5 hijos en cinco mujeres dispersas en todo el mundo. Tengo una hija de 20 años con una italiana; otra con una judía, uno vive en Alemania, uno en Sosúa y dos en Estados Unidos”.
Así transcurre la vida de Martín de la Cruz, el popular locutor de Río San Juan, pegado en la radio de Nueva York.