Los pactos y alianzas son decisiones y movimientos que se realizan con un objetivo político, buscando sumar al proyecto general, que se antepone a cualquier particular. No entender esta realidad puede provocar que se cometan errores, que al final sólo perjudican a quien personifica la alianza.
El PLD siempre realizó grandes alianzas, pero en esta ocasión el PRM logró aglutinar más de 20 organizaciones en torno a Luis Abinader. En muchos lugares la alianza funcionó sin ninguna dificultad, en otros con algunos contratiempos.
Aunque se puede afirmar que en lo fundamental la alianza dirigida por el PRM fue todo un éxito. En su conjunto los aliados le aportaron más de un 10% a la votación general del PRM, que estuvo cerca de un 48%.
Un ejemplo de la importancia que el presidente Abinader le da a las alianzas, es el caso del Distrito Nacional, donde sacrificaron a su senadora actual, Faride Raful. En su lugar colocaron a Guilllermo Moreno, presidente de Alianza País, quien de seguro le aportará un porcentaje significativo en las elecciones de mayo a nivel nacional.
Abinader tiene como propósito ganar en primera vuelta y para eso necesita de esa gran alianza que ha logrado concertar. Esas organizaciones aliadas por lo menos, como lo hicieron en las municipales le aportaran los votos necesarios para ganar en primera vuelta.
La política de alianzas es un poco delicada, por los celos naturales que genera con los aliados del partido mayoritario. Eso es normal y sólo amerita un poco de prudencia política para lograr el trabajo en conjunto de todas las fuerzas que han pactado.
El partido mayoritario es el responsable de garantizar que la alianza, con todas las aristas que implica funcione correctamente. En definitiva, no es tan complicado, porque van por una misma causa, sólo es cuestión de visón y madurez política.
En torno a los partidos aliados también se necesita un manejo adecuado, apoyando las candidaturas uninomimales, como las alcaldías, senadurías y presidencia, lo cual es parte fundamental del pacto o acuerdo. Ahora bien, en lo que se refiere a las candidaturas plurinominales, como los regidores, vocales y diputados el librito debe ser aplicado con otro criterio. Esto si los partidos aliados no llevan candidatos propios, que de manera lógica serían a quienes apoyaran.
Cuando los partidos aliados no llevan candidatos propios en candidaturas plurinominales, como será en las elecciones de mayo para las congresuales, deben evitar que su entidad se haga parte de la confrontación natural que eso genera.
El voto preferencial de manera automática propicia una lucha interna tenaz entre los competidores de una misma organización. Los rivales principales no son los de las otras organizaciones, sino los de tu mismo partido, lo que provoca al margen de los deseos, una lucha de intereses, que incentiva la conformación de grupos alrededor de los candidatos.
Desde esa perspectiva, lo más razonable es que los partidos aliados de manera institucional no tomen partida en esa confrontación que desde ya se desarrolla alrededor de los candidatos a diputados. Lo más sano es que se centren en los senadores y el presidente.
En tal sentido deberán dejar su dirigencia y militancia libre, para que apoyen de manera individual al diputado de su simpatía, sin comprometer con esto su organización de manera institucional. De lo contrario, sería hacerse parte de una lucha interna que se desarrollará en el partido que personifica la alianza.
Los partidos aliados deben de entender que no son del PRM, por lo que es vital no hacerse parte de las pugnas que generará el voto preferencial. Así que de manera militante los aliados a apoyar al senador de su demarcación y todos al presidente Luis Rodolfo Abinader Corona.
Claro, de manera particular cada quien está en la libertad de apoyar al diputado que más le simpatice y que más coincida con su visión y valores políticos.