En mi reciente viaje a mi pueblo de Río San Juan, una serie de emociones y recuerdos afloraron al encontrarme nuevamente en sus calles conocidas. Sin embargo, no puedo negar que lo que más eché de menos fueron las vibrantes conexiones humanas y las figuras entrañables que le daban vida a cada rincón.
La ausencia de amigos cercanos como Fidelina José, Jorvi Martínez y Gabriel Méndez me llenó de nostalgia. Esos lazos forjados en años de estudios y aventuras compartidas resonaron con fuerza en mi corazón. Gabriel, en particular, fue más que un amigo; se convirtió en un hermano de confidencias y vivencias compartidas que perdurarán en mi memoria.
Pero no solo los amigos dejaron un vacío. Los personajes populares que solían iluminar las calles con su presencia también se hicieron notar por su ausencia.
Sefero Almonte, aquel amable conductor de vehículo que siempre llevaba una sonrisa, se ganó un lugar en nuestros corazones por su jovialidad. De voz estridente, explotaba de repente de jocosidades. Fue un apasionado seguidor del equipo El Escogido, disfrutó burlarse de los fanáticos de Las Águilas Cibaeñas con cada triunfo de su equipo. Su mayor potencial humorístico afloraba cuando tenía dos tragos de más. Su capacidad para disipar tensiones siempre será recordada.
Y cómo olvidar a Alejandro de la Cruz, conocido como Centenario, quien fue objeto de un artículo de admiración y estudio por parte del Dr. Luis A. Perozo Alonzo-Cotín. La figura del Centenario trascendió sus días terrenales para convertirse en un ícono en la memoria colectiva.
Pero quizás fue la falta de Ricardo Martínez, apodado Machete Verde, lo que más pesar causó. El hombre que transportó pasajeros por años entre Río San Juan y Nagua, con su léxico envidiable y su devoción por los detalles políticos, dejó un espacio difícil de llenar. Sus ocurrencias, sus advertencias jocosas y su defensa apasionada del presidente Abinader marcaron una era que siempre evocaremos con cariño.
"Cuidado con tus planes macabros que tratan de socavar mi maltrecha economía", solía advertir con su característica franqueza. Sus palabras, una mezcla de ingenio y sabiduría popular, resonarán eternamente en los recuerdos de quienes lo conocieron.
"Usted no obtemperó a mi saludo", era su frase inconfundible para recordarle a todos su presencia. Con un tono entre jocoso y serio, Machete Verde dejaba su huella en cada interacción.
La partida de Machete Verde no solo dejó un vacío en las calles, sino también en los corazones de todos aquellos que alguna vez compartieron una charla con él. Su legado como un deportista local, un apasionado lector de periódicos y un defensor incansable de sus creencias políticas perdurará en la historia de nuestro querido pueblo.
Sin embargo, a pesar de estas ausencias, puedo decir con gratitud que fui recibido con los brazos abiertos por amigos que me estiman y me quieren, como yo a ellos. Sus excelentes atenciones y su cariño inquebrantable me recordaron que aunque el tiempo pase y las circunstancias cambien, el vínculo entre amigos verdaderos permanece inalterable, como un faro de amor y conexión en medio de la vida que sigue adelante.
Fue muy significativa también la visita de familiares que vinieron desde la Capital para pasar tres días conmigo en nuestro pueblo. Valoro con todo mi ser este hermoso gesto, ya que esos tres días se convirtieron en un torrente de anécdotas y risas compartidas. Expreso mi sincera gratitud a todos ellos por haber hecho realidad este emotivo encuentro, que perdurará como un tesoro en mi memoria y en la esencia misma de nuestra familia.