Es obvio que existen muchas diferencias entre la República Dominicana y la República Bolivariana de Venezuela, aunque también hay muchas similitudes, y es eso lo que causa más preocupación.
Mientras en Venezuela impera la escasez de alimentos, de medicinas, de materias primas para la industria y hasta de papel higiénico a la vez que, en el ámbito político, hay caos, violencia, persecución, presos políticos además de una generalizada desconfianza, en la República Dominicana todavía no llegamos a esos niveles, y ojalá que nunca lleguemos.
Sin embargo, tanto en Venezuela como en nuestro país hay inseguridad en las calles y en los barrios; apagones, carencia de oportunidades y de empleos de calidad; existe una ausencia de reglas claras y de instituciones creíbles.
Ambas naciones están perdiendo la guerra contra el narcotráfico, que es lo que genera el auge de las bandas de sicarios aumentando la inseguridad y, por tanto, disminuyendo la producción.
La situación política en ambos países es bastante parecida: un partido gobernante que controla y usa todo, y que todo lo daña; un estado que propicia la corrupción entre sus funcionarios para luego hacerlos beneficiarios de un sistema de total impunidad, dando la impresión de que, más bien, es el mismo estado el que incentiva el robo de los bienes públicos; y una ciudadanía altamente insatisfecha como muestran las encuestas.
El Partido Socialista Unido de Venezuela tiene el control absoluto del Tribunal Supremo de Justicia, sus Cortes de Apelaciones y Tribunales Superiores; igualmente el PLD lo tiene de la Suprema Corte de Justicia y del Tribunal Constitucional, lo que le permite archivar expedientes.
En el ámbito electoral, el presidente Maduro tiene a Tibisay Lucena Ramírez como Presidenta del Consejo Nacional Electoral, quien es capaz de anular caprichosamente algunas firmas que piden el referendo revocatorio contemplado en la Constitución Bolivariana; lo mismo el presidente Medina tiene a Roberto Rosario en la JCE, que no ha permitido que se realice una auditoría a los equipos electrónicos que mal contaron los votos en las pasadas elecciones, lo que deja que el resultado de estas quede en una nebulosa.
Es cierto que en Venezuela el gobierno no controla la Asamblea Nacional, pero la ignora y no le permite ejercer su papel de fiscalizadora; mientras que aquí, gracias a INDRA y a la JCE, el presidente seguirá manteniendo el control del Congreso, ahora con mayoría absoluta.
Hace rato que en Venezuela se desbordó la capacidad de endeudamiento, y aquí parecería que se está luchando diariamente por imitarla.
Obviamente, hasta estos momentos Venezuela está peor que nosotros tanto en el resultado económico como en el político, pero ya nos llegó el momento de ejercer las prácticas
de Buen Gobierno; de obtener resultados positivos en lugar de subir los impuestos para pagar la francachela del desmesurado dispendio de nuestros funcionarios.