República Dominicana, mejor conocido como “el país de las maravillas”, por sus atractivos turísticos, sus vistosos escenarios naturales, las costumbres y formas encantadoras que se percibe de su gente; pero también por la forma turbia y “mágica” en que se maneja la gente que gobierna, las mañas que adoptan los que administran el Estado y por la convincente forma en la que venden su “gestión” a los que olvidamos que un país es mucho más que una gestión presidencial, un pleito de niñas entre políticos o peor aún, la negociación interna de los partidos para elegir quiénes serán sus representantes.
A un año de las elecciones presidenciales, la República Dominicana se encuentra en una crisis política (como se le suele llamar en estos tiempos a la lucha de poderes desmedida y sin fundamento legal o político alguno) que ni el más experimentado estratega pudo prever. Unos alegan tener razón y facultades en base a contratos preexistentes, otros reclaman su tajada del pastel que a la vista de todos y de forma muy descarada han usurpado a través de los años, pero todos tienen un punto en común, quieren administrar el Estado, quieren el poder, quieren que se les ceda el título de propiedad sobre algo que nos pertenece a todos: el país.
Todos estamos bastante empapados de la situación “política”, de los pleitos internos de los partidos, de lo que dice el presidente, el ex presidente, la oposición, la oposición de la oposición y de lo que hacen los sobrinos de los políticos. Todos vemos inauguraciones de escuelas y hospitales, escuchamos infinitas propuestas y promesas de todos los partidos, pero ¿Alguno de nosotros se ha detenido a observar y analizar la situación de los gobernados para confirmar o desvaluar toda la información que sale a flote en esta lucha de poder? ¿En verdad estamos percibiendo la imagen correcta de nuestro país para aproximarnos a un periodo electoral?
A fines de responder esas preguntas, es recomendable mencionar solo algunas de las situaciones nacionales que se echan al olvido por una práctica partidista desconsiderada y desviada totalmente de su verdadera función.
La Constitución Dominicana del 26 de Enero del año 2010 (esa misma que en estos momentos se intenta modificar) consagra el principio de legalidad que faculta a los administradores públicos para actuar en nombre y representación de cada uno de nosotros, administrando los recursos de todo el país, para así cumplir con la función principal del Estado. La parte interesante de esto es que la legalidad se adquiere a medida que todos los dominicanos votamos para que alguien en específico nos represente, ya sea como pueblo, provincia o país. Sin embargo, más de un 10% de los dominicanos es analfabeto, por ende algo más de un millón de personas vota sin saber leer el nombre de la persona que administrara sus recursos.
El analfabetismo no solo conlleva al voto sin conciencia, pues está demostrado que las crisis generadas en los sectores turístico, agropecuario y manufacturero de nuestro país podrían ser sobrellevadas con mejor preparación de los asalariados, cosa que solo se logra con la educación de estas personas, pero el presupuesto nacional no da porque los políticos mal informaron el pueblo, y votaron por alguien que no quería dar, solo quería guardar.
Por otro lado tenemos hospitales llenos de bacterias y sin tanques de oxigeno; con sabanas sucias en las pocas camillas disponibles y desechos tóxicos que se acumulan en la tierra donde se cultivan nuestros alimentos. A diario continúan muriendo personas en los hospitales de nuestro país, por negligencia de los doctores y enfermeras o bien por falta de recursos en dichos centros de salud, pero no hay tiempo para hablar de eso ya que el presidente del partido tal nos va a mentir en televisión nacional hoy y como dicen por ahí: el que se murió, se embromó.
Se presentan incendios forestales en nuestro país, pero lamentablemente a palabras del señor Milciades Mejía, Presidente de la Academia de Ciencias de nuestro País, “Nosotros hemos perdido la capacidad de prevenir los incendios forestales, el Ministerio de Medio Ambiente no pone en acción programas de protección de los bosques, además no tiene ninguna campaña de orientación a los campesinos y a la población para la prevención de siembras en zonas protegidas, por tanto además de haber manos criminales en los incendios forestales también hay un significativo descuido de las autoridades en la protección de nuestros recursos”. Nadie toma en cuenta que solo en este año se han destruido más de 1600 especies endémicas de las 6000 con las que cuenta nuestro país, pero los ministros no están en eso, primero tienen que velar por su puesto en el siguiente periodo presidencial. La sequía y la crisis alimenticia que se avecina por falta de protección de los recursos ya se resolverá con lo que sobre de la repartición en las elecciones.
Las 24 horas de energía eléctrica, vital para tantos pequeños comerciantes dominicanos sigue siendo un sueño, y lo será hasta que el Estado no se responsabilice de las situaciones que le corresponden. La reparación y en algunos casos construcción de vías públicas siempre serán promesas mientras el Presidente, el Senador o el Ministro tengan una vía por donde llegar a tomar aire a su oficina. Somos un país que crece en ingreso per cápita, pero cada año incrementa la cantidad de dominicanos pobres, que literalmente no encuentra “ni pa’ comer”. La pobreza no cesará hasta tanto dejemos de aceptar 500 pesos para votar por una cara desconocida, o peor aun esperemos el tiempo de elecciones para que un político nos regale una canasta. La delincuencia aumentará estrepitosamente mientras permitamos que la justicia sea prostituida, vendiéndose entre los más corruptos (no los que andan sucios por la calle, sino los que visten saco y corbata de Oscar de la Renta). Todo esto entre tantas otras situaciones particulares que se presentan a diario en cada uno de los humildes hogares dominicanos, situaciones que ninguno de los políticos a los que les brindamos tanto tiempo productivo toma en cuenta para cumplir con su verdadera función: servir de gestor hacia el bienestar general de sus representados.
Tomando en cuenta solo un puñado de las situaciones a las que se enfrenta la población dominicana a diario, resulta conveniente adoptar una posición crítica ante la información que recibimos de los medios de comunicación masiva. La mayoría de los medios de comunicación pertenecen a entidades directamente relaciones con sus respectivos partidos políticos, tan notorio es el caso que por cada noticia real se publican 7 artículos relacionados a la práctica partidista. Esto provocando una falta de información que resulta abusiva al conocimiento y conciencia de todos los dominicanos. Nos hastían de noticias irrelevantes para vender un sueño de mejoría que no es más que eso, un sueño. Y al final de cuentas vuelve el pueblo dominicano a caer en las garras (ya sean rojas, azules, moradas, verdes o blancas) de los que propician la misma practica partidista de siempre, la que por tantos años se ha impuesto a la fuerza, destruyendo los fundamentos de la sociedad dominicana.
Mientras el país se quema por las cuatro esquinas, todo lo que se escucha es ruido de la reelección, razón por la que exhorto a no olvidar todo lo otro, pues las elecciones pasan en un año pero todo lo antes mencionado no pasara a menos que no reclamemos nuestros derechos. También es bueno tomar en cuenta la palabra de los políticos según la utilidad que hayan representado para la sociedad dominicana, pues si quieren ser elegidos por lo menos que den razones validas, con prueba y fundamentos, no solo con palabras bonitas, discursos llenos de ideas platónicas y efímeras que no llegan a ser más que discursos.
Exijamos a las autoridades que cumplan con su función, que suministren medios para el desarrollo del país que los hará electos, pero hasta tanto que no nos hablen tanto de elección y reelección, de Leonel, Danilo, Miguel o Abinader, porque el pueblo dominicano necesita comer, vivir con seguridad y desarrollarse cada día más, y con eso no se come, no se duerme en paz y mucho menos se desarrolla un país.