Distinguido señor:
Estas líneas van dedicadas a usted, para responderle una de muchas de sus preguntas: ¿Por qué tanto odio?
Fui criado con amor, humildad, respeto, responsabilidad, educación, fidelidad y lealtad.
Cuando empecé a incursionar en la política tuve el sueño de ser un gran servidor de mi amado pueblo, por lo que dedicaba todos mis esfuerzos en sumar un miembro más al gran equipo, que más bien yo tenía como una familia.
Pero la vida me tenía varias sorpresas, entre ellas estaba usted, la persona que se había ganado mi confianza, respeto y amor, cosa que usted mismo fue matando poco a poco, traicionando mi lealtad y sin valorar mi trabajo, humillándome en toda forma, permitiendo a sus allegados a usar la burla y le mediocridad para minimizar mi colaboración a la causa.
Sé que cuando lea esto volarán sus pensamiento a decirle a su equipo que vuelvan a atacar de todo forma y acción o quizás le dirá que se abstengan a emitir algún comentario; esta última una manera de hacer creer lo insignificante que puedo ser. Pero cualquiera que sea, le digo estoy preparado emocionalmente, ya que su odio, mediocridad y demás plantas aromáticas es lo único que me queda de usted.
Sepa que le amé como a un padre, pero hoy de igual forma le quiero lejos de mi vida. Gracias por ser tan mal líder en no reconocer a sus mejores hombres de batalla solo por el temor de que en un momento de la vida ellos pudieran ser su sombra. Pero quienes tenemos gratitud no apagamos la luz de los demás para hacer brilla la nuestra.
Recuerde de mi estos, para ser una persona con educación se necesita algo más que un título universitario y que una persona educada es aquella que aprendió a conseguir lo que quiere de la vida sin violar los derechos de los demás.