¿Qué logra el Gobierno con la deportación de miles y miles de haitianos radicados
ilegalmente en el país? La respuesta es simple: nada. Porque los 391 kilómetros de frontera
domínico-haitiana, a cargo de miles de soldados, es el más extenso e intenso ámbito de
corrupción militar que pueda imaginarse. Y, sin embargo, ¿Cuántos oficiales altos,
medianos y pequeños, han sido degradados por promover, a cambio de dinero, el ingreso
ilegal de inmigrantes? ¿Cuántos han sido sometidos a la justicia militar? ¿Cuántos han
cumplido o cumplen prisión? Nunca lo sabremos, porque el muy conveniente secreto
militar los protege.
