SANTO DOMINGO.- El recién electo papa Robert Francis Prevost no es un desconocido para la República Dominicana. Estuvo en La Vega, en el 2004, donde hizo entrega de un reconocimiento como prior general de la orden de San Agustín.
Ese reconocimiento fue entregado a Gladys Altagracia García, de La Vega, donde se le afilió a la orden de San Agustín, considerando que la comunidad agustiniana tenía 50 años en el país para entonces y el “generoso servicio y colaboración” de la dama, que precisamente este 8 de mayo cumple un año de fallecida.
La entrega constó en un reconocimiento firmado por el ahora papa León XIV.
Durante su visita, compartió enseñanzas con estudiantes y docentes, destacando por su cercanía, humildad y liderazgo espiritual. Aquella jornada quedó grabada en la memoria de la comunidad vegana.
“Era un hombre humilde, lleno de paz. Nos habló de amor, de justicia y de servicio”, afirmó el padre Rafael Santana, director en ese entonces.
También estuvo en las bodas de oro de la presencia agustiniana en la República Dominicana, en el año 2011. Participó en una misa presidida por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez en la parroquia San Agustín, con presencia del monseñor Juan Antonio Flores Santana y Antonio Camilo.
Su reputación de moderado y de constructor de puentes será además crucial en un momento en que la Iglesia aparece muy dividida.
Su trayectoria
Prevost ha pasado un tercio de su vida en Estados Unidos. El resto entre Europa y América Latina, una de las periferias del mundo de donde también era el argentino Jorge Mario Bergoglio.
El diario italiano La Republica lo llamó "el menos estadounidense de los estadounidenses" por la moderación de sus palabras. Es hijo de un francés y de una peruana.
La idea de un papa norteamericano estuvo por siglos descartada en Roma, ya fuera por la distancia –estaban tan lejos que normalmente llegaban tarde a los cónclaves– o por decisiones geopolíticas.
Según el sitio especializado Crux, tener un pontífice de la primera potencia mundial hacía temer además que la CIA pudiera medir sus manos en la Iglesia.
Arzobispo emérito de Chiclayo, a unos 750 km al norte de Lima, Prevost obtuvo la nacionalidad peruana en 2015.
Dejó Perú para sumarse al gobierno vaticano, donde dirigió el importante dicasterio para los Obispos, que tiene la destacada función de aconsejar al papa sobre los nombramientos de los jerarcas de la Iglesia.
Tras la muerte de Francisco, Prevost dijo que aún quedaba "mucho por hacer" en la transformación de la Iglesia.
"No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años", dijo el mes pasado a Vatican News.
"El mensaje siempre es el mismo: proclamar a Jesucristo, proclamar el Evangelio, pero la manera de llegar a las personas de hoy, los jóvenes, los pobres, los políticos, es diferente", añadió.