Tanto o más trascendente que las grandes reformas que se anuncian; tanto o más
trascendente que lo que declaran los mercaderes políticos que no resuelven nada; tanto o
más trascendente que las inútiles deportaciones masivas de haitianos, que al otro día
regresan: el plan de Faride contra el escándalo público, que ensordece hasta convertirse en
odio, es mucho más trascendente, en lo inmediato, que toda promesa
democratizadora…¡Bien, Faride!…(Reflexión, en la alta madrugada de mi sueño, frustrado
por el escándalo ronero de unos malditos tígueres en el colmado de la esquina y un fatal
que pasó a mil con el mufler recortado).

¡Gracias, Faride!
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