Conocer el pensamiento y la acción de los grandes hombres del pasado nos dará una visión clara y definitiva de lo que debe ser nuestro papel en la sociedad, de ahí que la lectura, el estudio de esos pensamientos y esas acciones se convierten en acicate para nuestro quehacer, así debe ser.
El amor a la Patria está mucho más allá “del odio al extranjero que la oprime”, como dijo Martí. El amor a la Patria se respira, se come, se cultiva, se cosecha, se escribe, se canta, se baila, se respira, se suda, se bebe, se cocina.
El amor a la Patria es la identificación que nos distingue más allá del conocimiento, más allá de la comprensión, la Patria se siente, se padece, transita en el rumor de las aguas de los arroyos, en el canto de los pájaros, en el perfume de las flores, en el rayo que anuncia la tormenta.
De ahí la necesidad de que se enseñe, día tras día y el otro también, que la Patria, como enseñó Martí es altar, no pedestal para subirlo y enseñorearse desde él en contra de la voluntad del pueblo.
Ayer fue conmemorado el Dia de la Restauración de la República, entregada vilmente a la corona española pasó, como otros días, sin penas ni glorias.
El Gobierno tiene un programa de actos a los cuales nadie presta atención:
-Subida de Bandera en los cuarteles de las Fuerzas Armadas y la Policía en algunos casos se disparan algunos cañonazos
-Misa solemne en las iglesias municipales y en las catedrales católicas
-Alguna conferencia sobre la gesta de la Restauración
-Bajada de bandera
En eso consiste, fundamentalmente, la celebración de la Restauración de la República.
¿Contribuye al aumento del patriotismo, a dar lustre al amor a la Patria, un programa de actos apolillados, acartonados?
¿Cuál es la participación popular? Hubo un tiempo, yo lo conocí, en que el pueblo manifestaba su patriotismo y su alegría mediante el carnaval, hasta que tres curitas santurrones jodieron la alegría popular logrando torcer el pulso al Congreso y sacar el carnaval de su tiempo original como expresión de alegría patriótica: el 27 de febrero y el 16 de agosto.
Si la Patria se huele y se respira, se sufre y se eleva, es necesario comenzar por los niños y unificar, léase bien, unificar los textos históricos y cerciorarse de que incluso en los colegios bilingües, de elites, se enseñe la dominicanidad, que está en baja y parece que no hay interés en rescatar.
¡Aún hay Patria, viva la República Dominicana!