Todo indica que el país, según un compromiso de su Gobierno, superará la condición de
territorio salvaje para (¡Por fin!) empezar a vivir en la civilización, lo que quiere decir que
cada motorista debe respetar las leyes, pagar los impuestos que le correspondan y, en fin,
mostrar una conducta pública motorizada apegada a los mejores valores: circular siempre
por la derecha, no transitar en vía contraria, no pasar un semáforo en rojo y no superar los
ochenta kilómetros por hora, todo lo cual compromete a unos tres millones de seres dizque
humanos que permanentemente, en toda vía pública del país, atentan contra la paz.
