Las huestes tropas europeas conquistadoras del continente, le arrebataban la vida a uno de los más grandes líderes de las civilizaciones pre-hispánicas de América – y una mujer – preñada de la sabiduría de tantas lunas – hizo de Estentóreo al gritar: “oscureció, oscureció, justo a mitad del día”. No hay registro fidedigno que nos permitan confirmar – más allá de toda duda – la oscuridad a la que esa mujer – dolor se refiere. Por lo que he de suponer que de lo que se trata es de la radiografía de una pena colectiva, que se transforma en una especie de metáfora de lo real. Ello así, pues no olvidemos la relación Inca – sol, llevada a tal nivel que el emperador era un auténtico hijo del astro rey.
Cinco siglos después. Viernes 20 de enero del 2017. Tenía que ser viernes! .Minutos después del mediodía, oscureció la cúpula celeste, como anunciando el advenimiento de una “noche unánime” como diría un ilustre ciego llamado Borges. Le temo a esa noche porque la “noche que yo amo tiene dos mil esquinas”, como las de Sabina, no una. Una es-en el mejor de los casos- un cuasi absolutismo.
Al grito de Make America great again habían sido convocadas las huestes del odio, la xenofobia, el racismo y el totalitarismo.
El desfile recorrió la Avenida Pensilvania en Washington DC. Y llegó hasta el capitolio, sede del legislativo.
Hombres en trajes oscuros, casi siempre negros, camisas blancas, corbatas en tonos claros. Mujeres con vestidos en gruesos tejidos y colores claros, elegantes sombreros, bufandas, e igual que los hombres, costosos abrigos de lana.
Almas tan frías como el clima de ese invierno. Abismalmente distante de otros días preñados de alegría y esperanza ante el eco de I have a dream .
Viernes 20 de enero del 2017, el sol se fue de vacaciones, sobre la biblia la luz fue crucificada y el mundo, desde la lejanía física y conceptual escuchó el amargo sonido de la voz de la anciana repetir “Oscureció, oscureció, justo a mitad del dia".