En esta ocasión quiero compartir con ustedes un escrito corto, pero una gran historia de un joven llamado Jorge Hernández, quien nació con una limitación mental, pero sus ganas de vivir y de sonreír no tienen límites, además posee una capacidad de superación y un valor que han hecho de él un triunfador de la vida; este joven es digno ejemplo de cuando las adversidades te presentan razones para llorar hay que demostrar que tenemos mil y una razones para reír.
Para no seguir alargando la historia de este joven que a pesar de sus limitaciones, cada día despierta feliz y con ganas de aprender cosas nuevas y productivas, no hay razones para llorar, expresa Jorge, a pesar de su condición especial, también nos dice que la vida es un reto y un acto continuo por lo tanto no debemos parar, cada día hay que dar gracias a Dios con alegría por lo que somos, por lo que tenemos y luchar por nuestro sueños.
Debemos imitar la actitud de este joven, que nuestro objetivo sea echar a un lado esos motivos que nos invitan a llorar por aquellos que nos motivan a sonreír y ser felices; lo preferible es reír con alegría, así es la vida se debe tomar los ratos buenos para recordar y los malos para olvidar.
En esos momentos de oscuridad localicemos en nuestros caminos, con fe y conscientes de que la vamos a encontrar, la luz para guíanos hacia el lugar correcto, no desmayemos sigamos firmes hasta el fin, de nada nos vale quedarnos estático y ver cómo pasa el poco tiempo que tenemos en este mundo, trabajemos y actuemos para no ser seres del montón sino, seres de luz que marquen la diferencia para el bien.