En el que constituye el capítulo más reciente de la titánica lucha contra la corrupción administrativa emprendida por el nuevo Ministerio Público, y en el que figuran como acusados, entre otros, el mayor general del Ejército Nacional Adam Cáceres Silvestre, actualmente Jefe de la seguridad del expresidente Danilo Medina, y la Pastora evangélica Rosy Guzmán, acusados ambos por el Ministerio Público de lavado de activos, asociación de malhechores y estafa contra el estado, varios fiscales de la Procuraduría General de la República ejecutaron el pasado sábado del mes en curso veintisiete allanamientos simultáneos en las provincias de Santo Domingo, San Pedro, Monte Plata y Samaná.
Entre los otros detenidos en la sorpresiva operación, bautizada como ´´Operación Coral´´, figuran Rafael Núñez de Asa, coronel de la Policía Nacional y miembro de la seguridad del expresidente Danilo Medina; Raúl Girón, teniente coronel de la Policía Nacional, quien, junto al coronel Núñez de Asa, ha amasado una fortuna bajo investigación por el Ministerio Público, y el pastor Tenner Antonio Flete Guzmán, hijo de la pastora Rosy Guzmán.
Los miembros del Comité Político de la Corporación Morada, que ven erosionarse la protección de la que por tantos años disfrutaron, han reaccionado de manera predecible acusando al nuevo gobierno de desatar una vendetta política con la cual pretende cubrir, según ellos, su ineptitud.
En la administración anterior, los principales capos peledeistas se protegieron con el escudo de teflón con el cual los blindaba su protector Jean Allain Rodríguez, cuya misión fue siempre la de encubrir y no investigar.
¿De qué ineptitud hablan cuando a un verdadero procurador independiente y no mandadero del presidente de turno como lo fue Jean Allain Rodríguez hubiera movilizado toda la fuerza pública que le daba su oficina para investigar fortunas que movían a suspicacia y que exhalaban un insoportable tufo de ilegalidad?
Pero Jean Allain no estaba para desenmascarar a sus canchanchanes ni para perseguir corruptos. Estaba allí para encubrirlos.
Es natural, pues, que ante el duro y sorpresivo golpe asestado por un Ministerio Público que, al contrario del anterior, no responde al nuevo presidente, la Corporación Morada se sienta ofendida en su fuero interno, deshonrada y atacada injustamente, ya que, durante el reinado del rey Medina a ellos no se les podía ni dar una cortada de ojos.
Fue un reportaje de investigación realizado por Nuria Piera, en el que denunciaba la compra irregular de un terreno por parte del mayor general Adam Cáceres, el que puso sobre la pista a Jenny Berenice y Wilson Camacho quienes, a diferencia de Jean Allain, mantienen los ojos abiertos para dar seguimiento a todo acto que tenga la estampa de irregularidad. Y de inmediato, como dos pitbulls, le cayeron encima a la pastora Rosy Guzmán cuya única justificación para explicar su meteórico ascenso económico y su cuantiosa fortuna es, como lo explicó en el programa de Víctor Gómez Casanova, la respuesta que a sus oraciones ha dado el señor.
Analizar la declaración de esta mujer en el programa antes mencionado es enfrentarse a una mente retorcida que pretende justificar su maldad refugiándose, de manera pérfida y con la frialdad de un sicópata, en una falsa espiritualidad.
La declaración es un torrente de palabrería barata en el cual, por solapada perfidia o por deliberada hipocresía, la afortunada pastora, que ha de haber heredado del mismo Jesucristo el don divino de la multiplicación de los panes, evade mencionar directamente los detalles de su asociación con el general Adam Cáceres. Lo que Wilson Camacho y Jenny Berenice tipifican como asociación de malhechores ella llama, eufemísticamente, “un vínculo espiritual”. Al creciente número de sus contactos en lo que fue el círculo íntimo del expresidente Medina esta mujer, llena de una insaciable ambición, llama ´´la recurrente necesidad de varias personas… en el área espiritual del cuerpo de Seguridad Presidencial´´.
El pasado veintitrés de abril, al salir del tercer interrogatorio que le ha hecho el PEPCA, y al responder a una de las preguntas que le hizo uno de los periodistas que la abordaron, la pastora, lanzando bendiciones a diestra y siniestra, le dijo al periodista que respondería en su momento a todas las preguntas de la prensa y citando una de las líneas del Eclesiastés le dijo que "todo tiene su tiempo debajo del sol".
Quizá la pastora no ha sabido darle su justa interpretación a este verso bíblico. Tal vez no entienda que, al parecer, le ha llegado a ella y a su círculo de ricachones el tiempo de responder no a la justicia divina, sino a la terrenal que, esperemos, acabará con su reinado de privilegios.
El libro del Eclesiastés dice también que hay un tiempo “para derribar, y tiempo de edificar”.
Es tiempo ya de derribar la cultura de impunidad, del gansterismo político, de las fortunas mal habidas y de edificar un cuartel moral que no perdone a aquellos que se enriquezcan de manera inicua con el sudor del pueblo.