Desde muchas perspectivas u opiniones, la política lleva el sello de las personas que la practican. Quienes durante mucho tiempo y en algunos casos durante largas décadas, han sido protagonistas excluyentes de las refieras políticas y de las disputas por el poder que están adheridos en muchos casos a conductas y hábitos no demasiado recomendable, que se han hecho carne en ellos y de los cuales difícilmente podrían prescindir.
Para nadie es un secreto que los dominicanos no tenemos buena opinión acerca de nuestra dirigencia política. Nos quejamos de muy bajo nivel de transparencia y confiabilidad de quienes tienen a su cargo las instituciones públicas, salvo de algunas pocas y bien conocidas excepciones, sin embargo nosotros los dominicanos no nos disponemos a preparar el camino que hay que tener para provocar los cambios saludables y necesarios para nuestro país.
Es el tiempo, de que tomemos conciencia de la necesidad de buscar métodos alternativos, maduros y viables para provocar el surgimiento de una dirigencia política distinta de aquella con la cual hemos crecido y nos hemos acostumbrado a convivir, una nueva dirigencia que sea capaz de garantizarnos una gestión política e institucional, de una forma eficiente y sobre todo sujeta a los principios éticos, debemos tener jóvenes capaces de aplicar reformas que ayuden a desarrollo de la República Dominicana, somos un país rico de jóvenes que en los escenarios políticos nacionales, provinciales y municipales han jugado papeles extraordinarios.
Es la hora de que se produzcan cambios en el escenario público y en el organismo político de la República, estoy hablando de un relevo sistemático de las personas que actúan en esos campos. En el orden en que las nuevas generaciones humanas irrumpan en las militancias partidarias y pasen a gravitar en la conducción de los asuntos públicos, es posible que nuevos aires y nuevos estilos de incorporen a la vida nacional y estamos seguro de que ese proceso conduciría a una saludable y reconfortante oxigenación moral de las estructuras sociopolíticas del país.
Hablo en nombre de Millones de Jóvenes que forman parte de un gran porcentaje del electorado nacional, aquellos que a pesar de su corta edad han abrazado el país, con compromiso, identificando las causas públicas con auténtica vocación de servicio y se han incorporado poco a poco a trabajo político con el firme propósito de producir una reforma purificadora, que fortalezca el cuadro institucional de nuestra nación, pero para lograr esto hace falta un paso importante y motivador para aquellos jóvenes que van a ejercer su primer voto, estamos escasos de una actitud de desprendimiento y disponibilidad de parte de quienes ocupan posiciones desde hace demasiado tiempo en los diferentes cuadros de la vida pública y política nacional.
Por cierto tener un país con tantos jóvenes que representa una gran oportunidad, son pasos importantes para avanzar en la construcción de una convergencia de criterios diferentes para así lograr el país que hemos soñado desde niños. Que no se logrará sin la participación dinámica y decidida de los y las Jóvenes en la vida democrática.