
Luis Estrella, director general de Tránsito Terrestre del Ministerio de Obras Públicas
El pasado jueves terminó en Río San Juan una larga espera con la entrega en este municipio del Proyecto habitacional Villa Progreso, donde alrededor de 60 familias fueron favorecidas con uno de sus apartamentos, lo cual como es natural, genera una gran alegría entre los beneficiados y algún malestar en aquellos que entendían se merecían uno de ellos, pero sobre todo, como de costumbre, alienta el morbo, la envidia y las críticas de los francotiradores que viven sumergidos en las aguas de la mediocridad y esperan estos momentos para salir a flote, esparciendo su veneno.
Esta es la única vez que me referiré a este tema, pues lo doy por concluido, ya que la vida me ha enseñado a mirar siempre hacia adelante, sin detenerme a oír los comentarios, cuando un acontecimiento determinado ha finalizado, pues cuando haces de esto tu estilo de vida, sencillamente te conviertes en una persona atrapada en el tiempo, sin visión ni futuro, ya que tus propósitos se quedan patinando en el pasado.
La entrega de esos apartamentos se hizo con la mayor justicia posible, lo cual es muy difícil, cuando solo se dispone de 60 y hay miles de aspirantes, con sus derechos y esperanzas. Pero las decisiones hay que tomarlas, por lo que personalmente asumo la responsabilidad de la mayoría de esas asignaciones, con algunas excepciones, que incluye los designados por las instituciones.
En esta circunstancia de poca disponibilidad y muchas aspiraciones, entiendo que lo más importante no es si es parte de una institución determinada, sea política, religiosa, gremial. etc., sino si esa persona reúne las condiciones para ocupar una de esas viviendas, siendo esto lo más importante, pues lo demás es cháchara y ganas de necear.
Como entiendo que la mayoría de las personas que leen este prestigioso órgano periodístico viven en Río San juan o pertenecen a la diáspora de Estados Unidos o Europa, quienes a pesar de su ausencia, conocen la mayoría de riosanjuaneros, con quienes tienen un vínculo cotidiano y conocen sus raíces e idiosincrasia, son los primeros en estar consciente de la infamia que es decir que la mayoría de beneficiarios son propietarios de casas.
Quién no conoce a la Querida, de Acapulco, a Altagracia- la Cacata-, Rita la enfermera, Antonia Brito, Evelina, Mary Luz -la de Inapa-, María Isabel, del mismo sitio, Miguela Balbuena, de Buenos Aires; Yarissa Ceballos, King Kong; Flor, de la Caribe; Álvaro, de Copeyito; Nito, Gara y Mota, de la Tierra; Jijo, de Acapulco; Héctor Sehuerer, de la Gallera Vieja; Barba y Emiliano, de la Laguna; Alexis, de Arroyo Grande; Hugo Naveo, de Bobita.
Quién puede cuestionar que jóvenes profesionales, trabajadores y sin casas no tengan derecho a un techo, como Ilcania Tineo, Isis Gómez, Any Fernández, Lucía Sánchez, Elvis Álvarez, Lisandro, Willy De Los Santos, Yovanni Rivas, Yimi Javier. Tal vez cuestionan que la ADP haya seleccionado a Orlando Gil y el Colegio de Periodistas a Nengo Paredes y la DefenSa Civil a Ery.
Que la mayoría pertenezcan al PLD no los invalida, son ciudadanos con todos sus derechos, esperanzas y necesidades, que quieren vivir dignamente, son riosanjuaneros que se han entregado con pasión, dedicación y lealtad a trabajar por un partido. Son dominicanos como tú y como yo, que no pueden ser descalificados y menospreciados por ser parte de una causa en la cual creen.
Quienes entienden eso tienen todo su derecho, pues vivimos y practicamos la democracia, pero lo que no pueden es negarles su legítima aspiración a tener un techo propio, a vivir con decoro y a materializar sus aspiraciones y sueños, por el solo hecho de ser parte del partido de la dignidad nacional.