Al momento de tomar decisiones o emitir criterios en la vida, debemos ser lo suficiente cuidadoso al hacerlo, porque de ello podrían derivarse consecuencias que no solo nos afectarían a nosotros mismos, sino que su repercusión llegaría a niveles inimaginables, produciendo daños morales y materiales, que solo la prudencia primero y la concertación después podrían evitar.
Hay muchos ejemplos históricos de hasta donde las circunstancias imponen una actuación basada en la madurez, dejando a un lado el ego y los resentimientos transitorios, personales y mentalmente limitados. Eso fue precisamente lo que hicieron Mao Tse Tung y su Partido Comunista y Chiang Kai-Shet y el Kuomintang, cuando fueron capaces de poner a un lado las diferencias, para marchar unidos en contra del enemigo común, que era el imperialismo Japonés, que representaba una amenaza constante de convertir a China en una colonia bajo su control.
Si Winston Churchill y Roosevell, no hubieran tenido la capacidad de concertación para hacer causa común con Joseph Stalin, para constituir una alianza que detuviera a Hitler y su imperio, cuál hubiera podido ser el destino de la humanidad. O en 1962, cuando la guerra de los misiles, que aviones espías norteamericanos detectaran rampas de misiles en Cuba, apuntando hacia su territorio. En ese momento John F. Kennedy, tomó una decisión que pudo haber desencadenado la 3ra. guerra mundial, pero al mismo tiempo que advirtió a Nikita Krushev, Presidente de Rusia, que si sus submarinos continuaban por aguas del Caribe, serían bombardeados, mantuvo una actitud de dialogo y concertación, que al final permitió que los submarinos se detuvieran, con la promesa al mismo tiempo de retirar los misiles de Cuba. Que hizo Kennedy para lograr este objetivo fundamental en ese momento, hacer el compromiso de que Estados Unidos nunca invadiría la isla cubana.
La vida es un constante accionar donde la prudencia y la concertación son determinantes para poder avanzar, porque si nos detenemos en pequeñas cosas, tomando como estandarte el ego, seremos propenso a abrir heridas, que a veces ni el tiempo es capaz de cicatrizar, como tenemos infinidad de ejemplos históricos, de como simples hechos manejados con el ego, por palabras sarcásticas, burlonas, hirientes, ofensivas, han provocado confrontaciones interminables, ocasionando daños materiales catastróficos.
Un ejemplo de una persona que actuaba con extrema prudencia fue Abraham Lincoln, lo que le permitió liberar a Estados Unidos de la esclavitud, su control emocional era tal, que estas frases pueden resumir esa visión: "Sin malicia para nadie, con caridad para todos". Y, "No juzgues si no quiere ser juzgado". O aquella frase que le dirigió a su esposa en una ocasión: "No lo censuréis; son tal y como seríamos nosotros en circunstancias similares".
Abraham Lincoln era tan grande y prudente, que cuando fue a tomar juramento como Presidente en el Senado, un burgués arrogante se paró y le dijo, “quiero recordarle que su padre fue un zapatero”. La respuesta de Lincoln, fue la siguiente: "Le agradezco infinitamente que me haya recordado a mi padre que ya murió, porque nunca seré tan buen Presidente, como buen zapatero fue él". Concluyendo con estas palabras:" Si mi padre les hizo zapatos y necesitan algún arreglo, siempre estaré a su disposición. Pero deberán tener en cuenta una cosa. No soy tan bueno como él, pues era un artista". Lincoln era muy especial para que nadie lo humillara.
En sus años de juventud Lincoln era muy inclinado a escribir artículos sarcásticos, burlones, humillantes, tanto en periódicos locales, como en pasquines y cartas anónimas. En una ocasión escribió de manera anónima una carta de burla, dirigida a un político Irlandés, James Shields, lo que provocó que el pueblo estallara en carcajadas. Shields luego descubrió quien escribió la carta y desafió a Lincoln a un duelo, el cual por honor tuvo que aceptar. Minutos antes del duelo y por la intervención de los padrinos este fue suspendido.
Indudablemente que esta lección le sirvió a Lincoln para comprender, madurar y hacer consciencia, que no iba por el camino correcto, que es preferible una gota de miel que un galón de hiel.